Durante los diez meses que la pandemia lleva con nosotros, la situación para los pequeños comercios de Cartagena no ha hecho más que complicarse.

Lejos de desistir, los empresarios han aprovechado esta crisis como una oportunidad para reinventarse y seguir evolucionando.

Los límites de aforo y el distanciamiento social han provocado que gran parte de la clientela prefiera las compras online, lo que ha precipitado la digitalización de estas pequeñas tiendas de barrio en las que su mayor ventaja era esa proximidad con los usuarios.

Con la intención de mantener viva esa relación cercana con sus clientes, a la empresaria Irene Roca, propietaria de un comercio de ropa para mujer en el barrio de Los Dolores, se le ocurrió la idea de comenzar aprovechar los recursos gratuitos que ofrecen las redes sociales. Desde hace varios meses, todas las semanas realiza directos donde muestra a sus clientas las novedades de su tienda, Irene Roca Modas.

«Con esto de la covid había mucha gente que no se atrevía a venir y probarse la ropa aquí», explica Roca. Gracias a las emisiones en streaming, que la empresaria realiza todas las semanas en Facebook e Instagram, los clientes encargan las prendas vía WhatsApp y se acercan al comercio únicamente a recoger los productos y realizar el pago.

Los directos, a los que cada vez se suman más usuarios, son un gran reclamo para la tienda. «Muchas clientas vienen al local a decirme lo bien que se lo pasan y nos dan las gracias», asegura Roca.

A través de los comentarios, los espectadores piden a Irene qué prendas desean ver y en qué tallas. «No es lo mismo verlo en una talla grande», asegura la empresaria.

De esta manera ha conseguido mantener a flote su negocio a pesar de las limitaciones a causa de la covid-19, posicionándose con este servicio personalizado por encima de otras empresas de mayor envergadura.

Sin embargo, son muchos los empresarios a los que la caída en las ventas les imposibilita mantener abiertos sus locales, es el caso de Enrique Serna.

Hace dos meses tomó la dura decisión de cerrar su mítico negocio de calzado, Don Zapato, ubicado durante más de cuarenta años en la calle San Fernando.

Tras conocer la noticia fueron muchos los clientes que acudieron al local de Serna para pedirle que se replantease el cierre del negocio.

Gracias a este impulso, el empresario decidió transformar su negocio en lugar de echar el cierre. «En las próximas semanas se pondrá en marcha la web de Don Zapato, ya tenemos comprado el dominio», afirma Serna.

A partir de ahora, su lugar de trabajo será su domicilio, donde gestionará el negocio, desde este momento online, con un ordenador portátil.

«De esta manera me ahorro el alquiler del local, la luz y el agua. Además, la inversión en estocaje es mucho menor, ya que en la tienda física tengo que disponer de todos los números», apunta el propietario de Don Zapato.

A través de diferentes fórmulas, ideas y enfoques, los comercios de la ciudad portuaria buscan refugio en el ámbito digital para salir de esta crisis y evitar que las tiendas de barrio y las compras de proximidad desaparezcan, evolucionando al ritmo que marca la sociedad cartagenera y, por desgracia, la covid.