Las panaderías y confiterías de Cartagena trabajan a destajo desde hace días para que nadie se quede sin el tradicional roscón de reyes en estas navidades tan atípicas.

Sin embargo, la covid-19 también ha influido en el comportamiento de los consumidores cartageneros. En la confitería Pani, su propietario y fundador, Francisco Hernández, asegura que las limitaciones ocasionadas por la pandemia y la ausencia de reuniones familiares han provocado que se hayan duplicado las ventas de roscones de tamaño pequeño.

«En años anteriores, la demanda de roscones estaba equilibrada en un 50% entre los de tamaño pequeño o mediano y los de tamaño grande o familiar, pero este año los clientes nos cuentan que no van a recibir a familiares por la festividad de Reyes, por lo que optan por los de menor tamaño», indica Hernández. Aun así, con la intención de mantener la tradición y alegrar las fiestas más solitarias a sus mayores, son muchos los que han optado por comprar dos roscones pequeños para llevarlos a sus abuelos.

A pesar de que este año no puedan comerlo juntos. Además, el cierre de los bares a las 18.00 horas y la ausencia de desfile de Reyes durante la tarde del cinco de enero ha hecho que «la mañana haya sido el momento más fuerte de ventas de toda la jornada, cuando normalmente este pico se produce a mitad de la tarde. Asimismo, la covid-19 ha precipitado la digitalización de las panaderías de Cartagena, que este año han usado las redes sociales como catálogo y han habilitado números de teléfono para realizar encargos y evitar pasar más tiempo de la cuenta en los establecimientos.