La costa cartagenera estaba deseosa de que abrieran los bares y restaurantes. Así lo han demostrado las terrazas llenas, aunque al 75% de su aforo, las reservas al completo de los restaurantes y las caras de alegría tanto de los clientes como de los hosteleros.

Especialmente en Cabo de Palos y La Manga en las terrazas no había ni una mesa libre. "Lo que le da vida a Cabo de Palos son los bares. Si los cierran nos convierten en un pueblo fantasma", piensa Josi García, vecina de Cabo de Palos que tomaba el aperitivo en la Taberna del Puerto en el paseo marítimo de Cabo de Palos. "Aunque he perdido 12 mesas y he tenido que establecer turnos para que la gente no se aglomere, estoy contento de volver", cuenta Dani Pérez, dueño del local, que asegura que "el aperitivo ha sido fuerte" ya que han ocupado todas las mesas.

En Cartagena ciudad sí que se podían ver mesas libres. De hecho, había más aglomeraciones de gente paseando por la calle Mayor que en las terrazas de los bares. Los hosteleros acogen la reapertura con alegría pero con más miedo y el doble de precauciones ya que no quieren que vuelvan a cerrar sus establecimientos por la Covid-19. "Me va a tocar ser el guardia y estar todo el rato avisando de que no se quiten la mascarilla hasta que no le demos el servicio", explica Luisa García del bar La Glorieta. "Hemos limitado al 50% el aforo nuestras mesas en la terraza para extremar precauciones", dice el dueño de este local, Agustín García.