Los perros de asistencia, encargados de velar por la salud y seguridad de sus dueños ante diversas enfermedades o discapacidades, cuentan con libre acceso a todos los edificios de titularidad pública o privada, así como a determinados lugares donde las mascotas no están permitidas como las playas y otros lugares de ocio al aire libre. Sin embargo, el desconocimiento de ciudadanos, empresarios e incluso fuerzas de seguridad, dificulta la vida de personas que necesitan de la ayuda de estos canes a diario.

Es el caso de Jorge Conesa,vecino de Cartagena, que desde su adolescencia padece diabetes tipo 1. Desde hace tres años no va a ningún sitio sin Sheldon, su perro de asistencia de 'aviso' o 'alerta médica', capaz de detectar a través del olfato, cuando Conesa está a punto de sufrir una hipoglucemia o hiperglucemia hasta quince minutos antes de que lo haga su medidor continuo de glucemia. Sheldon es un perro «tranquilo, cariñoso y muy dócil», asegura su amo. Aún así, los problemas de Conesa para acceder con el can a diferentes establecimientos en la ciudad portuaria son continuos.

«Sheldon se encarga de cuidar de mi salud», explica Conesa, «no voy a ningún sitio sin él». A pesar de que cuenta con el respaldo de la ley y de que Sheldon no sale de casa sin su chaleco violeta en el que se puede leer: «Perro de Asistencia Médica», los problemas de acceso se producen «casi a diario».

«Paso mucha vergüenza», confiesa Conesa. Desde el primer momento en el que Sheldon llegó a su vida se ve en la obligación de ir «con una mochila cargada de papeles» para demostrar que el perro puede acompañarle a cualquier lugar. «Falta mucha concienciación y sensibilización en la sociedad cartagenera con respecto a este tipo de animales», explica.

A Conesa le han negado la entrada en restaurantes, supermercados, centros comerciales, tiendas locales, edificios públicos y hasta espacios abiertos de ocio. «En algunos sitios, transcurridas dos o tres veces ya me conocen, pero cuando se trata de una persona nueva, vuelta a empezar», reclama. «La última vez que me pusieron problemas para entrar a un edificio fue este miércoles en el hospital Santa Lucía, la enfermera que estaba midiendo la temperatura en la puerta no me dejaba pasar», añade Conesa.

Pero la situación se agrava cuando, tras poner algún tipo de impedimento pide ayuda a algún agente de la Policía Local, cuerpo al que pertenecen estas competencias. «Me dicen que no saben porqué tengo que ir con un perro y que nadie les ha informado», explica el dueño de Sheldon. Por ello, en diferentes ocasiones a solicitado a la Jefatura de Policía Local de Cartagena que informe a los funcionarios de dicha legislación.

Asimismo, durante este tiempo Conesa ha invertido su tiempo y dinero en diversas campañas de concienciación dirigidas a la población cartagenera con la intención de que se conozca la labor que desarrollan los perros de asistencia, tanto los guía, como de señalización de sonidos, los de apoyo o servicio y los de aviso. Campañas similares a la que aprobó por unanimidad el Pleno del Ayuntamiento de Cartagena en octubre del 2018 a través de una moción presentada por el Partido Popular y que a día de hoy «aún no se ha llevado a cabo», reclama Conesa.

El Consistorio cartagenero asegura que durante 2018 y 2019, «se trasladaron una serie de escritos a los trabajadores municipales, Policía Local y Protección Civil informando de la condición de Sheldon». No obstante, Juan Pedro Torralba, como edil de Vía Pública y Seguridad ciudadana se compromete a reenviar dichos escritos. Además, asegura que pedirá expresamente a la Policía Local que informe a los comercios de Cartagena acerca de la función que cumplen los perros de asistencia y la legislación vigente al respecto.