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Con el verano dando sus últimos coletazos en 2020 y el otoño calentando motores para llamar a la puerta, la ciudad de Cartagena se prepara un año más para dejarse conquistar por sus grandes fiestas históricas, las de Carthagineses y Romanos, que este año, a modo de homenaje, trasladarán la ciudad a la época de la II Guerra Púnica, cuando los imperios púnico y romano luchaban por la supremacía en el Mediterráneo, siendo punto de inflexión en el desenlace de ese pugilato los sucesos acaecidos en esta tierra entre los años 223 y 209 antes de Cristo.

Para paliar la ausencia de estas esperadas celebraciones a causa del coronavirus, LA OPINIÓN de Cartagena pone al alcance del público las monedas de los Carthagineses y Romanos. Será mañana y el domingo 20 de septiembre cuando se puedan adquirir en todos los quioscos y demás puntos de venta, de forma totalmente gratuita estos dos días. Con este sencillo paso, los lectores de este diario tendrán la oportunidad de mostrar su pasión por unas celebraciones de tanto calado, luciendo dos piezas de diseño exclusivo que harán las delicias de todos los apasionados de estas fiestas.

LA OPINIÓN propone disfrutar en primera persona de uno de los acontecimientos más esperados del año, que este año llega exclusivamete cargado de simbolismo y es capaz de despertar el interés de todos los públicos. La entrega de estos complementos coincide con las fechas habituales del pistoletazo de salida de unas espectaculares fiestas que el pasado año estrebaban su flamante declaración de Interés Turístico Internacional.

Las Fiestas de Carthagineses y Romanos reviven habitualmete, durante diez días, los extraordinarios acontecimientos históricos que la tuvieron como escenario hace dos mil años. De hecho, durante diez días, Cartagena se llena de escudos, cascos, lábaros y falcatas. Absdrúbal la funda y le da el nombre de Qart-Hasdasht. Mientras que su hermano Aníbal se casa con la princesa ibera Himilce y juraodio eterno a los romanos. A pesar de los aciagios presagios de la diosa Tanit, emprende su fatídica marcha hacia Roma, de la que ya no volverá, porque el general romano Scipion la conquistará y la refundará con el nombre de Carthago Nova.