El riesgo y la inquietud es lo que han llevado a Lola Martínez Aragón, actualmente responsable de proyectos con el tercer sector, a conseguir el Premio Joven Extraordinario 2020 de Cartagena. Considera que la humanización se está perdiendo entre los jóvenes del país, por ello, Martínez explica la importancia de una ciudadanía altruista.

La joven, de 28 años, doctorada en Derecho, remarca la relevancia de este premio como reflejo del trabajo de los jóvenes y como un empujón para conseguir que los adolescentes emprendan y realicen nuevos proyectos. El ganador de este reconocimiento obtiene mil euros por su labor en la sociedad. El mensaje que Martínez transmite a las nuevas generaciones es que se deben reactivar esos valores que se han ido perdiendo con el paso de los años.

¿Qué importancia tiene este premio para usted?

Sin duda, da visibilidad a la labor que los jóvenes aportan. Y también incita a las nuevas generaciones a ayudar y emprender en diferentes proyectos, con el objetivo de colaborar y disfrutar, siendo mejores en lo que hacen.

Su currículum destaca por la participación en ONG. ¿Qué le incitó para adentrase en ellas?

Siempre he tenido mucha vocación social. Al final, todo el mundo tiene una serie de inquietudes y esa era la mía, la labor social. He tenido la gran suerte de nacer en una familia que me ha inculcado unos buenos valores. Estos han sido los que han llevado a interesarme por todos estos temas. He sido consciente de la suerte y facilidades que tenemos en este país, por eso comprendía mejor todas las desigualdades que existían en otros lugares.

¿Cuál de todos sus proyectos ha sido el más arriesgado?

El primero fue en el mundo del teatro. Un proyecto que empecé de cero y no sabíamos si iba a funcionar, si iba a tener recorrido o si las obras se iban a poder realizar. El proyecto Malaui es el segundo más arriesgado, pero este ha sido a nivel personal. Puesto que dejaba atrás mi carrera y no sabía si iba a poder recuperar lo que ya tenía aquí. Pero también era arriesgado porque me iba a otro país que no conocía y tenía que trabajar mi crecimiento personal.

Proyecto Malaui va destinado a realizar planes de ayuda para un país que está en vias de crecimiento. ¿De qué se encarga?

Mi labor actual es supervisar todos los programas. Con mis estudios de cooperación internacional aporto apoyo técnico en los diferentes sectores. En el caso de este proyecto, lo que más se potencia son temas de salud y educación. La asociación cuenta con puntos positivos ya que tenemos trabajadores de Malaui y son ellos quienes sostienen el proyecto. El hecho de tener un apoyo allí asegura el correcto funcionamiento diario. En la rama educativa, no existe una formación profesional, ni acceso a módulos, por tanto, tampoco adquieren conocimientos más técnicos. Lo que queremos es que los jóvenes puedan optar por una educación justa y accesible a cualquier formación especializada en la ciudad.

¿Cree que los jóvenes prestan hoy en día más atención a las nuevas tecnologías que a ayudar o a emprender más?

Nos hemos deshumanizado, las nuevas generaciones están perdiendo el sentido de lo humano, la empatía y la ética. Los valores se están difuminando y cada vez somos más individualistas. Las nuevas tecnologías han traído una solidaridad enmascarada y nos hemos visto envueltos en este problema. Tenemos que recuperar esa humanización.

¿Es problema de la educación?

Se debe potenciar más a nivel educación. En mi caso, durante la etapa escolar, me han concienciado mucho sobre los países en vías de desarrollo. La posibilidad de que te eduquen con estas informaciones desde pequeña hace que tus valores se fortalezcan más y seas más consciente de ello. Esto se ha ido perdiendo y es algo que no debe suceder. Actualmente, las nuevas generaciones tienen como referentes a youtubers o influencers. Por ello, lo que se debe hacer es intentar cambiar esos referentes por otros que están haciendo cosas importantes y que, de esta forma, también se conviertan en un ejemplo para los jóvenes.

¿Qué mensaje y consejo lanzaría a la sociedad?

Creo que es importante que reflexionemos, hay que hacer un ejercicio con nosotros mismos. Saber hasta dónde podemos llegar o qué podemos ofrecer para ayudar. Cuando tengamos ese trabajo hecho, con esas capacidades intentemos ser los mejores. Durante todas las trayectorias va a haber muchos momentos y saltos al vacío. Pero cuando encontremos eso que se nos dé bien y en lo que seas el mejor, merece la pena que con ello dejes tu huella en la sociedad.