Entre el Pleistoceno y el Holoceno, hace más de 12 mil años, los grupos cazadores y recolectores de la costa mediterránea ya explotaban el medio marino para sostener buena parte de su economía. Así lo pone de relieve un estudio realizado por un equipo de investigadores de diferentes instituciones, el cual confirma que el contexto económico que marcó la transición entre el último período glacial y el comienzo del Holoceno (lo que en términos históricos comprende el final del Paleolítico y el Mesolítico), fue mucho más complejo y variado de lo que hasta ahora se creía.

Las conclusiones de este trabajo han sido publicadas en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology, y en él han participado los doctores Dídac Román, de la Universidad Jaime I de Castellón; Miguel Martínez Andreu, del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena; Gustau Aguilella, del Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón; José María Fullola y Jordi Nadal, del Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la Universidad de Barcelona.

En las conclusiones del trabajo se valoran la variedad y complejidad de las estrategias de captación de recursos marinos que estos grupos ya practicaban al final del Paleolítico, que no sólo se ceñían a la recolección de moluscos, sino también a la pesca. A pesar de las diferencias que existen con los ambientes del Cantábrico y el Atlántico, donde los lugares con este tipo de explotaciones son más numerosos y más densos que los del ámbito Mediterráneo (debido en buena parte a su menor salinidad, a la riqueza y diversidad de nutrientes movilizados por las corrientes marinas frías, y a la amplitud de sus mareas) lo cierto es que la fachada mediterránea ibérica ya potenciaba en ese mismo tiempo, entre 13.000 y 9.000 años, un modelo de economía que combinaba la caza, la recolección de plantas y frutos, el marisqueo y la pesca, no muy diferente del practicado por los cazadores de las costas atlánticas.

Tres han sido los yacimientos del área del sureste que se incluyen en este trabajo: dos de ellos, la Cueva del Caballo y La Higuera, se encuentran en la costa de Cartagena, mientras que la Cueva del Algarrobo se halla en la de Mazarrón. Según los mismos autores, el escaso desarrollo que la plataforma continental sumergida tiene en esta porción del territorio, y las grandes profundidades que se alcanzan bajo ella, han hecho que el impacto de los ascensos y descensos del nivel del mar no supongan grandes cambios en las distancias con las estaciones, que en líneas generales muestran durante este período un alto aprovechamiento de los recursos.