Los pequeños cartageneros han tornado hoy a las calles por primera vez después de cuarenta y tres días confinados en casa. Acompañados por sus padres, los niños han salido a disfrutar de una soleada jornada con bicicletas, patines y otros juguetes. Las calles de la ciudad, que han permanecido sordas durante las primeras seis semanas del estado de alarma para evitar la propagación del coronavirus se llenaban hoy de risas y gritos de alegría de los infantes que disfrutaban por primera vez del "merecido premio" con la hora diaria de paseo y juego a la intemperie que el Gobierno central otorga desde hoy a los pequeños.

En los barrios y urbanizaciones de la periferia como Santa Ana con parcelas arboladas los niños aprovechan también para jugar a la pelota, como Juanma, de ocho años, forofo del fútbol que, ataviado con la equipación del FC Barcelona confesaba que "lo que más echaba de menos era poder chutar el balón". Por su parte, su padre, Juan Salva Martínez afirmaba que "ya era hora, los niños necesitan despegarse de las pantallas y estar en contacto con la naturaleza".

Sin embargo no todos los menores han podido disfrutar de su primera salida al exterior en más de cuarenta días, los mayores de catorce años tendrán que permanecer en sus domicilios por el momento. Una decisión que no ha gustado al hijo mayor de Miguel Jiménez: "tiene quince, está justo al límite y no le ha sentado muy bien ver como su hermano y yo nos íbamos", explicaba mientras paseaba junto a Pablo, su hijo menor de diez años de edad.

Otros han tenido más suerte y han podido jugar entre hermanos mientras disfrutaban del paseo han sido Elena y Pedro, quienes aseguran que "lo estamos llevando bien, pero echamos de menos a nuestros compañeros del cole".

En el centro de Cartagena las calles también han estado muy concurridas durante toda la mañana, los que residen en el casco histórico y que no gozan en su mayoría de residencias unifamiliares con jardín estaban "ansiosos de que llegara este momento".

Marcos Rodríguez intentaba seguir el ritmo a sus dos niños: Pablo, de ocho años y Araceli, de cuatro, que recorrían la plaza San Sebastián en patines. "Lo necesitaban", insistía Rodríguez mientras no quitaba ojo a sus dos pequeños, que avanzaban para no "desperdiciar" ni un minuto de la "corta" salida.

La salida de los niños de sus hogares también ha levantado el ánimo a algunos abuelos. Y es que, aquellos que tienen la suerte de residir a menos de un kilómetro han aprovechado también para visitar desde la calle los balcones de los yayos, una estampa que se repetía a lo largo de la ciudad.

Pero no todos los menores han pisado la calle acompañados de sus progenitores, Marina Martínez, de veinte años, pidió a sus padres ser ella la que se encargase de acompañar a su hermano de ocho años a la calle hoy, "así también es un esparcimiento para mí", asegura la joven.

Cartagena disfruta hoy por primera vez desde que arrancó el estado de alarma de una ciudad viva que, aunque con mascarillas y distanciamiento social de por medio, se recupera lentamente de la soledad y el despoblamiento provocados por la crisis sanitaria del coronavirus.