De una forma u otra, Julio Castelo Matrán (Águilas, 1941) siempre está a bordo. O bien en su pequeña embarcación pesquera o bien en una de las majestuosas maquetas de navíos que hace desde que se jubiló en el año 2000. De su 'astillero' ya han salido 94 barcos y parte de su 'flota' va a tener su punto de amarre en la sala Peral del Museo Naval de Cartagena, ya que ha cedido 40 de sus veleros, a través de la Fundación Mapfre -de la que también es presidente de honor-, a la Fundación Museo Naval, donde hoy tendrá lugar la inauguración oficial

¿Cómo empezó esta afición?

En el año 2000, uno antes de jubilarme, mi mujer me regaló mi primera maqueta porque sabía que iba a renunciar a todos mis cargos. Yo era presidente ejecutivo de Mapfre, y ella sabía que me iba a quedar sin nada que hacer. Como yo era un poco 'bricolajero', se le ocurrió que hacer barcos podía entretenerme. Desde entonces no he parado.

¿Qué tarda en hacer una maqueta?

Según el fabricante se puede tardar año o año y medio en hacer uno, pero mi promedio es de tres o cuatro meses. No todas las piezas vienen hechas. De las 3.000 que integra cualquier barco de los expuestos, el 70% hay que hacerlo. Los barcos no se montan, los barcos se hacen.

¿Cuál fue el primero que hizo y cuál el que más le ha costado?

El primero fue el Juan Sebastián Elcano. El más complicado, el Santísima Trinidad, porque además de tener un velamen difícil, lleva 140 cañones. Nunca había existido un barco como ese. Llevaba más de mil tripulantes y además era un barco español, por lo que me siento muy orgulloso. Ya he agotado todos los barcos de este tipo que hay en el mercado mundial. No hay ninguno que no haya hecho en mi 'astillero'.

¿Por qué se centró en navíos del siglo XVIII?

En aquella época España era el país más poderoso en términos bélicos y, particularmente, náuticos. El Santísima Trinidad era apodado por nuestros adversarios históricos (fundamentalmente ingleses, franceses y holandeses) como el 'Escorial' de los mares. Se hundió en la batalla de Trafalgar.

¿Se imagina como era la vida a bordo de unos barcos que reproduce?

Era una vida enormemente complicada y dura. En la Galera Real francesa de Luis XIV los remeros, que cumplían penas allí, iban de pie y cada vez que remaban tenían que sentarse y volver a levantarse, además de los golpes que les propinaban. Sufrían muchísimo. He tenido la suerte de navegar en la reproducción de la nao Victoria, que fue la primera en dar la vuelta al mundo, y al ver donde vivían, donde dormían y donde comían... pensé que aquello era insufrible.