A los okupas del residencial El Naranjo, en La Palma, les queda poco tiempo de estancia en aquel lugar. El ayuntamiento de Cartagena iniciará en los próximos días los trabajos para la cancelación de los accesos a las viviendas, lo que incluye el tabicado de todas las puertas y ventanas para evitar que se continúen habitando de forma ilegal y se arrojen basuras dentro. De esta forma, la Administración local pretende poner fin a años de denuncias de los vecinos de la zona por la acumulación de basuras, las riñas nocturnas y los escándalos.

El segundo teniente de alcalde y concejal de Sanidad, Manuel Padín, ha explicado a LA OPINIÓN que las obras durarán aproximadamente un mes y tendrán un coste aproximado de 7.000 euros. El Consistorio pondrá el dinero a través de una ejecución subsidiaria, por lo que después se reclamará el importe total al propietario.

Durante la Navidad pasada, concretamente en Nochevieja, vecinos de casas aledañas, e incluso algunos que viven en el residencial, volvieron a denunciar amenazas y escándalos por parte de los okupas. Se sienten inseguros y tienen miedo de transitar por la zona, especialmente durante la noche. «Aquí entran unos, se van, y vienen otros», comenta una vecina.

Degradación

La mayor parte de las viviendas del residencial, situado en las calles Ébano y Antonio Serrano, se encuentra en mal estado. Paredes desquebrajadas y con pintadas, azulejos arrancados e infinidad de cables por el suelo completan la imagen de los dúplex situados en una de las calles, la única que no tiene salida. Lo que en su día fueron viviendas unifamiliares con amplias habitaciones y buenos acabados, ahora son espacios abandonados, sin puertas ni cristales en las ventanas, con señales de pedradas y techos ennegrecidos por el efecto del humo de las hogueras.

La única casa que se encuentra aparentemente en mejores condiciones es la ubicada en la esquina, que da a ambas calles. A simple vista, por las macetas que adornan el patio y los elementos decorativos, parece estar habitada por sus propietarios, pero no es así. Basta con acercarse para ver los gruesos candados colocados en la puerta, los cristales colocados en la repisa de la ventana, sin fijar, y un espejo conexo que permite a la persona que está dentro -un okupa que vive allí desde hace cuatro años- comprobar quién entra al patio de la vivienda.

Vuelven los robos

El pasado verano será recordado por los residentes de La Palma por los numerosos episodios de robos y atracos que sufrieron, muchos de ellos en plena calle y a punta de navaja. Esta situación motivó la convocatoria de una concentración reclamando más seguridad que tuvo lugar a finales de octubre, poco antes de que la Guardia Civil hiciera pública la detención por su relación con los hechos denunciados de un hombre de 31 años con un amplio historial delictivo, reclamado por la Justicia desde hacía tres años.

Sin embargo, según apuntan los vecinos, esta Navidad volvieron a registrarse varios atracos en la vía pública y robos en viviendas. «En una casa entraron y se llevaron 1.500 euros y a una mujer le atracaron en el polígono. Necesitamos más seguridad».