Numerosas personas entre familiares y amigos, que abarrotaban la Iglesia de Santa María de Gracia, emblemático templo para todos los cofrades y procesionistas cartageneros, despidieron este martes por la tarde a una persona entrañable, cercana, inteligente y servicial, culta y bondadosa, que marchaba a la morada del Padre.

Duele mucho despedirse de una persona a la que se ha querido; atrevernos a decir adiós a una persona fallecida es como aceptar perder una parte de nosotros mismos, a veces tan cercana como perder una parte de nuestro corazón. La muerte de un ser querido como Santiago, a quien yo cariñosamente llamaba Santiaguico, es algo que nadie desea y, sin embargo, no tenemos más remedio que aceptar.

Cuantas veces, Santiago, te veíamos sentado en el balcón de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, desde el que divisabas las entradas y salidas de tu querido San Juan Evangelista californio, Agrupación por la que sentías especial predilección. Ahora ese balcón lo has trasladado al Cielo y desde allí, seguros estamos todos los que tuvimos la dicha de conocerte, presenciarás todas las manifestaciones religiosas que bajaban por la rampa del emblemático templo cartagenero, recientemente restaurado y remozado; tus ojos seguirán asombrándose de esos magníficos e inigualables desfiles procesionales de las cuatro Cofradías pasionarias de tu Cartagena del alma. Sentías como nadie esa llamada de las procesiones y fue precisamente ese cariño hacia la Semana Santa lo que te impulsó a realizar una obra grande, que perdurará en el tiempo, y sin dudarlo un momento, en recuerdo de tu querido abuelo, por quien sentías un cariño especial, fundaste la Asociación Premio Procesionista del Año de la Ciudad de Cartagena, allá por el año 1981, que venía a premiar a aquellas personas que se distinguían por su entrega, ilusión y servicio en pro de la Semana Santa cartagenera.

Siempre decías que eran cientos los procesionistas que podían optar a ese premio, aunque lamentablemente solo uno sería el distinguido. Querido Santiago, puedes tener la completa seguridad de que cualquiera de los premiados te señalaría a ti como merecedor de tan honroso galardón€pero tú no lo podías recibir.

Querido Santiago, no nos esperes levantado, ya iremos llegando; tú, a tu aire, junto a Nuestro Señor del Prendimiento y la Santísima Virgen del Primer Dolor, ante cuya imagen se cantó una emotiva Salve popular cartagenera en tu despedida. Abandonaste el templo a los sones de la marcha de San Juan €¡cuántas veces te habrás ensimismado escuchándola!

En la morada eterna, seguro que ya te habrás fundido en un insoltable abrazo con tus seres queridos y con esa pléyade de buenos cartageneros, cofrades y procesionistas, que ya están ocupando un palco de honor, dispuestos a presenciar las mejores procesiones del mundo, esas que perduran en las retinas de las miles de personas que las presencian. Y te emocionarás cantando la Salve popular en la recogida de las Vírgenes; y te vencerá la euforia comprobando el majestuoso caminar de tu San Juan californio, blanco y oro, y recordarás tus años mozos viendo a los nazarenicos repartir postalicas de los tercios y tronos y entregar caramelos.

Todo eso lo veías desde ese balcón de la Real Sociedad Económica de Amigos del País, que con mano diestra has dirigido desde el año 2010, en uno de cuyos pisos se ubicaba esa Fundación Isidoriana de la que fuiste mentor, donde demostraste con creces tus cualidades docentes, e igualmente pueden dar fe de ello en la Universidad de Murcia y en el Colegio Menéndez Pidal de nuestra ciudad. Y qué decir de ese coqueto y señorial salón de actos, donde se han desarrollado gracias a tu benevolencia, pues nunca negabas peticiones que te formulaban, gran cantidad de actos culturales, de muy diversa índole, a cuya finalización siempre dirigías las palabras justas, exactas y adecuadas, demostrativas de tu talante de hombre cabal, de vasta cultura y acendrada formación.

Te has marchado, querido Santiago, y has dejado un vacío importante, muy importante. Todos los que te conocimos, y somos muchos en Cartagena, te vamos a echar de menos, pero sabes que siempre estarás en nuestros corazones. Se ha marchado un hombre bondadoso que hizo feliz a mucha gente, hasta que la propia vida lo venció. Pero como bien dijo el sacerdote celebrante, «el bueno de Santiago ha pasado a una vida mejor».

Descansa en paz, querido Santiago Díaz Izquierdo, Santiaguico€y, desde el Cielo, no te olvides de tus familiares, amigos, cofrades y procesionistas e intercede por nosotros ante Nuestro Señor y su Bendita Madre. Hasta siempre, ilustre pregonero de la Semana Santa cartagenera de 2015, que nos deleitaste con un pregón pleno de sensibilidad y sentimiento cofrade. Hasta siempre, Procesionista de todos los años. Desde Cartagena, en nombre de todos los que tuvimos la dicha de conocerte, recibe un fortísimo y fraternal abrazo.