Han pasado apenas tres días desde que el restaurante Magoga, dirigido por la chef María Gómez y su marido, Adrián de Marcos, sumiller y responsable de sala, entrase a formar parte del grupo de direcciones gastronómicas más selecto del mundo al obtener su primera Estrella Michelin. Este restaurante, muy conocido en la Región de Murcia, se ubica en una zona excepcional de Cartagena, donde antaño se situó la lonja de verduras. Magoga es la continuación de ese rico poderío de despensa, de cocina sensible y contemporánea que apuesta por recetas arraigadas en la tierra y productos de toda la vida, aderezados con la experiencia y el estudio que a ambos cocineros les dio pasar por la escuela de Karlos Arguiñano, en el País Vasco, donde se conocieron hace una década. Desde entonces no se han separado.

P Han pasado unas horas desde que recibió el galardón. ¿Cómo se siente en estos momentos?

R Bien, la verdad es que estamos supercontentos. Aún nos cuesta creérnoslo, imagino que hasta que no pasen unos días y nos asentemos un poco no vamos a terminar de estar subidos en esta nube.

P ¿Dónde estaba cuando recibió la noticia?

R Primero nos llegó una invitación de la Guía Michelín para que acudiéramos a la gala en Sevilla, pero ahí, en ese papel, no decían si nos iban a dar el premio o no. Así que fuimos hasta allí el miércoles, con muchos nervios porque no sabíamos nada y podía salir nuestro nombre. Al principio fueron nombrando las nuevas incorporaciones, todo por orden alfabético. Y más tarde dijeron: Magoga Cartagena (se le ilumina la cara).

P ¿Qué hizo en ese momento, al escuchar el nombre de su restaurante delante de muchísima gente?

R Dice mi marido que salté del asiento, que parecía que tenía una chincheta. Y fui corriendo al escenario. Casi me caigo por las escaleras.

P ¿Y cómo es la ceremonia cuando alguien recibe una Estrella Michelin?

R Pues no hay premio tipo trofeo, ni tuvimos que hablar, solo nos pusieron una chaquetilla de la Guía Michelín con la Estrella. Pero más importante que el premio es el reconocimiento de la Guía, que es la más prestigiosa del mundo.

P ¿Qué le dice su familia, amante también como usted de la cocina?

R Pues están emocionados, como todos los miembros del equipo. Sin ellos esto no sería posible. Estamos todos muy muy contentos.

P ¿Les acompañaron los miembros del equipo a la gala?

R No. Como no sabíamos muy bien lo que iba a pasar, el equipo se reunió en el restaurante y siguió la gala a través de un proyector. Al final, claro, lo celebraron tirando cohetes y petardos. Nosotros lo celebramos allí, en Sevilla. Los cocineros andaluces que ya tenían una Estrella nos ofrecieron a todos un pequeño cóctel...gente como Ángel León -jefe de cocina del restaurante Aponiente, ubicado en El Puerto de Santa María, y ganador de cinco estrellas Michelin-; los cocineros de Bagá, en Jaén...un montón de gente. Estaba todo superbueno. Fue genial.

P Tienen un niño que sí les acompañó a Sevilla. Aún es muy pequeño, aunque seguro que vivió la alegría de sus padres...

R Sí. Tiene 13 meses y estaba muy contento. En el hotel estaba durmiendo y riéndose a la vez. Él sabía que había pasado algo porque los padres transmitimos las emociones a nuestros hijos, y aunque no sepan de qué va la cosa saben que cerca hay felicidad y alegría.

P ¿En algún momento se había imaginado conseguir este premio internacional?

R La verdad es que no. Empezamos a estudiar cocina -ella y su esposo- y ni lo habíamos planteado; pero bueno al final siempre vamos buscando la excelencia y que el cliente salga satisfecho, que para él sea una buena experiencia. Y sin darte cuenta se consigue.

P Para quienes no conozcan el procedimiento, ¿cómo accede un restaurante a un galardón como este?

R La Guía Michelin es privada. Tiene inspectores en España y Portugal, y van viajando y viendo sitios. Ellos tienen sus propios criterios y puntos a seguir, pero no se conocen. Imagino que lo que ellos quieren es que cada restaurante tenga su alma, su estilo y si dijeran qué pautas se siguen todos los restaurantes serían iguales.

P ¿Qué es Magoga para Adrián y usted?

R Nuestra vida y nuestra pasión. Tanto cuando estamos dentro como cuando estamos fuera, es decir, siempre, estamos pensando en Magoga, en cómo mejorar y en cómo agradar al cliente.

P En Cartagena y en el resto de la Región este premio se está disfrutando mucho. ¿Qué le diría a la gente de aquí?

R Esta también es nuestra tierra, mi hijo es cartagenero e imagínate...nosotros siempre llevamos el Campo de Cartagena por bandera y en todos nuestros platos se reflejan guiños hacia él. Con la despensa tan maravillosa que tenemos hay que aprovechar y venderla lo mejor posible, que si no nosotros no lo hacemos no va a venir nadie de fuera a hacerlo. La cocina de Magoga es eso, un equilibrio entre el Campo de Cartagena y el Mediterráneo.

P De todos los ingredientes, ¿cuál es el imprescindible en su cocina?

R Aquí, en la comarca, tenemos alimentos tan ricos que es complicado elegir. Al final es como un hijo que no sabe qué decir cuando le preguntan que a quién quiere más, si a papá o a mamá. Ahora, por ejemplo, vienen los guisantes del Campo de Cartagena, los guisantes negré, que les queda una semana así para estar en su punto. Tenemos un plato icónico que es un plato en honor a mi abuelo Francisco que era pastor y se iba comiendo los guisantes con el tocino salado cuando salía con las ovejas; es una versión a la que le ponemos un velito de chato murciano, el cerdo autóctono de la Región, con esos guisantes, y es uno de los platos más esperados de esta temporada. A partir de ahora vamos a llamarle ‘pésole del Campo de Cartagena con apionabo y velo de chato murciano’ .

P ¿Cómo se ve de aquí a diez años, quizás con una segunda y una tercera Estrella?

R Me veo habiendo evolucionado más e intentando ser mejor profesional y persona cada día. Lo de las estrellas es bastante complicado, pero bueno, trabajaremos para los clientes y ya lo demás viene al final solo. Tampoco nos vamos a obsesionar con eso ...seguiremos el mismo camino que hasta ahora.

P En la cocina de Magoga hay otra ‘cara’, la de su marido Adrián.

R Sí. Somos uña y carne. Desde que nos conocimos en el País Vasco nunca nos hemos separado, siempre estamos juntos y era la ilusión de nuestra vida tener nuestro propio restaurante para poder trabajar juntos, que en otros sitios sería inviable porque es complicado poder compartir trabajo con tu pareja.

P Tradicionalmente se ha asociado la alta cocina a figuras masculinas. ¿Algún mensaje para las nuevas generaciones?

R Antiguamente la mujer se quedaba en casa cuidando de la familia y haciendo las labores domésticas, pero hoy en día ha cambiado la cosa y poco a poco vamos ocupando nuestro sitio.