Magoga es el sueño de María Gómez y Adrián de Marcos. Ambos igual de jóvenes (tienen 32 años) y ambos amantes de la cocina, se curtieron en algunos de los más importantes templos de la cocina contemporánea: ella de la mano de maestros e instituciones de la talla de Juan Mari Arzak, Ferran Adrià, el Basque Culinary Center y la Escuela AIALA de Karlos Arguiñano y él también en AIALA (donde se formó como Técnico de Gastronomía y conoció a María) y en prestigiosos comedores de Madrid y el norte de España, como Zuberoa. Cuando María y Adrián cruzaron sus caminos, enseguida lo tuvieron claro: querían formar un proyecto de vida en común y construir juntos su propio restaurante.

Así Magoga abría sus puertas en 2014 como una modesta casa de comidas donde se servían pinchos, tapas y desayunos y, poco a poco, ha ido evolucionado hasta convertirse en lo que es hoy: uno de los máximos referentes gastronómicos en nuestro país, con un Sol Repsol, su primera estrella Michelin y varios reconocimientos a título personal tanto a María, que fue finalista del Premio Cocinero Revelación de Madrid Fusión 2019, como a Adrián, que ostenta el Premio al Mejor Sumiller de Murcia 2018.

La cocina de ambos está marcada por el equilibrio entre vanguardia y tradición, entre técnica y producto y entre la huerta y el mar que dibujan el paisaje murciano. El objeto es «que todo el que entre en Magoga sepa que está en Cartagena».