Cartagena ha sido testigo esta semana de cómo una historia que se ha dado por sentada durante los últimos cuatro siglos cambia radicalmente. La tragedia de la famosa Armada Invencible, que naufragó en 1588 en aguas británicas, no fue tal como nos contaron, según los más de sesenta expertos de todo el mundo que intervinieron esta semana en el Museo de Arqueología durante el congreso que trataba de analizar la guerra entre España e Inglaterra de finales del siglo XVI y principios del XVII.

El director del Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) ubicado en Cartagena, el historiador Iván Negueruela, sostiene que el evento ha tenido «una importancia extraordinaria porque se ha dado la vuelta a una serie de convicciones históricas». Los expertos creen que durante estos cuatro siglos, algunos hechos se contaron de una manera radicalmente diferente a como ocurrieron en realidad, y otros directamente se escondieron, por la pericia del sistema de propaganda inglés y por la falta de interés para sacarlo a la luz por parte española. «Que los historiadores cambiaran lo que sucedió o que lo ocultaran conscientemente nos sitúa ante el caso más dramático de toda la historia europea y occidental», sostiene Negueruela.

De ahí precisamente parte la convocatoria de este congreso, porque el director del Arqua no entendía que los historiadores españoles «no cogieran el toro por los cuernos», pero aclara que todo esto se hace «sin el menor atisbo de patriotismo ni de nacionalismo».

Después de cuatro intensos días y de más de cincuenta comunicaciones muy bien documentadas, hay cierta unanimidad en aclarar, por un lado, que la Armada Invencible no naufragó por la superioridad de las fuerzas británicas, y por otro, que el desastre de la Contraarmada ingles del año siguiente fue aún más dramático, y desencadenó el triunfo español en aquella contienda.

En 1588, tres años después de arrancar la guerra anglo-española, el rey Felipe II proyecta un ataque sobre las islas británicas. El objetivo era llegar a Flandes y desde ahí trasladarse a Inglaterra, pero la falta de coordinación española provocó que, una vez llegados al Canal de la Mancha no se dieran las condiciones para desembarcar. «No hubo más remedio que dar la vuelta y, entonces, cerca de las costas de Irlanda, llegó unos de los temporales más terribles del siglo XVI, y se hundieron unos 38 barcos», explica Negueruela. «Se había contado que fue una batalla naval, y eso era totalmente falso», aclara.

Al año siguiente, en 1589, llegó el turno del ataque inglés, a bordo de 'la Contraarmada', «la gran desconocida». Los expertos subrayan que nadie en Inglaterra ha hablado de ella, ni entonces ni ahora, por la labor de propaganda de la reina Isabel I y por el silencio posterior.

La operación que pretendían llevar a cabo los ingleses era «estratégicamente brillante». Con los barcos españoles en plena reparación en el puerto de Santander, el ataque cogió al ejército de Felipe II totalmente desprevenido. Querían atacar por el Cantábrico y en Galicia, para posteriormente seguir hasta Portugal, conquistar las Azores, y seguir la ruta hasta América, que entonces pertenecía en su mayoría al Imperio Español.

Al inicio, el plan salió según lo previsto. «Los ingleses saquearon a la población civil en Vigo y A Coruña. Nosotros tuvimos miles de muertos masacrados con unas crueldades durísmas», explica el director del Arqua

En Lisboa, la derrota que sufren las tropas del general Drake es aún mayor. «Viendo que están fracasando no pueden volver a Londres, porque el país iba muy mal, estaban arruinados y se había hecho un esfuerzo terrible para financiar la aventura. Tras la derrota final en Las Azores vuelven al Támesis y condenan a Drake al ostracismo durante varios años», resumen los historiadores. A partir de ahí, la guerra cambió totalmente de tendencia, y finalizó en 1604 con un tratado de paz claramente beneficioso para España.

La documentación para estudiar el caso ha permanecido durante siglos en Valladolid, pero hasta las últimas décadas apenas se había investigado. Iván Negueruela subraya que el silencio desde Inglaterra se debió a que la reina Isabel prohibió a sus súbditos hablar sobre el desastre de la Contrarmada. El director del Arqua también apunta que por aquella época los ingleses emplearon muy bien la imprenta, inventada un siglo y medio antes, para difundir por Europa el desastre de la Armada Invencible. Una estrategia que funcionó, hasta que el Congreso Internacional celebrado en Cartagena ha aportado luz sobre aquel conflicto.