Los exjugadores de la NBA afroamericanos y los de mayor estatura, en general, mueren antes que los jugadores blancos y los de menor estatura, según las conclusiones de un estudio realizado por investigadores españoles y publicado en Applied Sciences el pasado 1 de febrero. A pesar de ello, la tasa de mortalidad anual es menor entre los exjugadores de la NBA que entre la población general de Estados Unidos, también según este estudio.

El trabajo, uno de los más amplios realizados en cuanto a muestra, analiza un total de 3.985 jugadores que participaron en la liga de baloncesto profesional americana desde su nacimiento en 1946 hasta abril de 2015, 481 de ellos todavía en activo. Del total, 687 habían fallecido (un 19,1%) antes del 15 de abril de 2015. La investigación utiliza modelos estadísticos para el análisis de supervivencia donde se consideran diversas variables de control relativas a características fisiológicas, demográficas y de competición de los jugadores.

El estudio lo lideraron José A. Martínez, del Departamento de Economía de la Empresa de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT); y Martí Casals, del Centro de Estudios en Deporte y Actividad Física (CEEAF) de la Universidad de Vic - Universidad Central de Catalunya (UVic-UCC) y del Departamento de Ciencias del Deporte del FC Barcelona - Barça Innovation Hub. También ha contado con la colaboración de Klaus Langohr, del Departamento de Estadística e Investigación Operativa de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) y del grupo de investigación GRBIO (Bioestadística y Bioinformática) de la misma universidad; y del periodista de datos Julián Felipo, de la sección de baloncesto de El Mundo Deportivo. El equipo, multidisciplinar, cuenta con experiencia "no solamente en el campo del baloncesto sino también en el de la epidemiología, la estadística, el periodismo de datos y la ciencia en general", dicen los autores.

Muertes prematuras de jugadores retirados

Los últimos años, colectivos de jugadores y exjugadores, así como los medios de comunicación, han mostrado su preocupación por la muerte prematura de jugadores retirados de la NBA. Uno de los ejemplos más significativos fue la muerte de diversos exjugadores, todos ellos menores de 60 años, entre febrero y septiembre de 2015: Moses Malone (de 60 años), Darryl Dawkins (58), Jerome Kersey (52), Jack Haley (51), Christian Welp (50) y Anthony Mason (48). "Yo siempre le digo a mi mujer que no vas a ver a muchos hombres de siete pies (2,13) por la calle con 75 años", dijo coincidiendo con esas noticias Larry Bird, campeón con los Boston Celtics, en un reportaje de Jackie MacMullan en el portal de deportes ESPN que recoge el estudio. Otro pívot histórico, Bill Walton, añadía en el mismo artículo que "los deportistas somos nuestro peor enemigo porque no escuchamos a nuestros cuerpos, no escuchamos a los médicos y no nos damos cuenta hasta que es demasiado tarde".

"Esto hizo que mucha gente se planteara si practicar baloncesto profesional podría ser un factor de riesgo para la salud", explican José A. Martínez y Martí Casals. De hecho, la NBA y la asociación de jugadores reaccionaron en 2016 creando un plan para realizar chequeos a jugadores retirados. Desde 2013, un estudio analizaba la estructura y las funciones cardíacas de 526 jugadores en activo en las plantillas. Previamente, y coincidiendo con el 50 aniversario de la NBA, en 1996, la liga ya realizó un estudio sobre mortalidad que cubría un total de 2.810 jugadores.

Los más altos y los afroamericanos mueren antes

Después de analizar a los 3.985 jugadores que participaron en la NBA desde su nacimiento en 1946 hasta el abril de 2015, los resultados de este estudio sugieren que la altura y la etnia están asociadas a la mortalidad. Los jugadores más altos y los afroamericanos, en general, mueren antes que los jugadores más pequeños y blancos. Al mismo tiempo, "hemos mostrado empíricamente que la tasa de mortalidad anual en general es menor entre estos exjugadores que en la población en general", afirman Martínez y Casals

Entre los factores que pueden explicar estas diferencias, el estudio apunta, principalmente en el caso de los jugadores afroamericanos, al "efecto del trabajador saludable", es decir a "la tendencia de la población activa y empleada a mostrar índices de mortalidad más favorables que la población general", según explican los investigadores. Asimismo, también se apunta a la hipótesis de la brecha salarial como factor que podría explicar las diferencias en mortalidad.

Las conclusiones del trabajo pueden resultar de utilidad para diseñar estrategias en planes de salud y en los criterios de destinación de recursos en relación a políticas sanitarias. En el caso de la estatura, "un factor de riesgo claramente identificado", el estudio "puede ayudar a implementar acciones concretas de prevención y monitorización". En cuanto a la etnia, los resultados "pueden contribuir a dilucidar si existe, además de los factores socioeconómicos, algún tipo de causa relacionada con la morfología del corazón, como alguna investigación ya ha sugerido con anterioridad", apuntan Martínez y Casals. Además, proporciona estimaciones sobre la esperanza de vida de los jugadores en función de la estatura y la etnia teniendo en cuenta el año de debut en la NBA.

Los datos relativos a estatura y etnia, claves en el resultado final, fueron obtenidos de múltiples fuentes con un proceso de validación que implicó una doble codificación manual e independiente por parte del equipo de investigación. El estudio se ha publicado respetando los códigos de 'Open Science' para dar acceso público y abierto, con criterios de transparencia y permitiendo la reproducibilidad de los datos, y conecta con un estudio previo sobre tromboembolismo pulmonar realizado por Martínez y Casals y con un artículo de Julián Felipo sobre si la de jugador pívot podía ser una profesión de riesgo en la NBA.