Cartagena ya no sería la misma sin la ingente cantidad de turistas que la visitan cada semana, frecuentemente procedentes de cruceros que viajan por el Mediterráneo, paran unas horas en la ciudad, y tienen un efecto importantísimo sobre la economía del municipio. Sin embargo, diversos organismos están alertando del perjuicio ambiental que supone la llegada continua de estos barcos al Puerto de Cartagena. Por ello, la UPCT y la Autoridad Portuaria se han comprometido a estudiar hasta qué punto tiene efectos en el medio ambiente.

Serán tres proyectos los que financiará el Puerto durante este año 2019, a través de la Cátedra de la Autoridad Portuaria y el Campus Mare Nostrum. Dos de ellos los desarrollarán investigadores de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT). Sobre la mesa, dos objetivos: medir la contaminación atmosférica, en forma de emisiones como el CO2 de los barcos que atracan en el municipio, y estudiar el efecto de los polímeros y microplásticos presentes en el Puerto.

El primero de los estudios que mencionamos se llamará 'Valoración del impacto de emisiones a la atmósfera de los cruceros de la dársena de Cartagena: Estudio piloto de contaminación marina', y estará dirigido por el investigador José María Moreno Grau, del área de Tecnologías del Medio Ambiente. La Autoridad Portuaria dotará a este proyecto de una financiación de 13.722 euros.

En cuanto al 'Análisis, distribución, fuentes y destino de polímeros microplásticos en las dársenas de Cartagena, Escombreras y Cala Cortina', el investigador Javier Bayo Bernal, del área de Tecnologías del Medio Ambiente, tendrá a su disposición un presupuesto de 14.200 euros.

Además, el profesor de la Universidad de Murcia José Antonio García Chartón estudiará con 15.000 euros el 'Papel de los muelles y diques del Puerto de Cartagena para el reclutamiento de juveniles y como hábitat de adultos de peces de fondos rocosos'.

Anteriormente, se han realizado otros trabajos de carácter medioambiental en las universidades públicas de la región, como el del profesor Antonio Guerrero, sobre los ruidos impulsivos en la bahía de Cartagena, o el de los investigadores de la Politécnica Javier Gilabert y José Luis Sancho, que diseñaron y probaron un sistema de monitorización acústica submarina transportable y autónomo para controlar los ruidos submarinos.

Cartagena es un foco permanente de turistas, y los datos apuntan que es una tendencia que va al alza con el paso de los años. En 2016, recibió 121 buques y 187.813 cruceristas, y el año pasado la cifra ascendió a unos 230.000 viajeros. Desde Ecologistas en Acción, alertan de que estos cruceros utilizan un fuel oil pesado, que es cien veces más tóxico que el diésel que usan los automóviles y los camiones, y que tiene 3.500 veces más contenido de azufre. «Este tipo de combustible está prohibido en tierra, donde es considerado un residuo peligroso que exige un tratamiento altamente costoso. Además, su combustión genera óxidos de azufre, CO, CO2, óxidos de nitrógeno y partículas», señalan desde esta asociación ecologista.

Según Pedro Belmonte, la industria del turismo de cruceros se ha negado a usar combustibles más limpios que se utilizan en otras industrias, y añade que es necesario que en el Mediterráneo se establezca un área de control de emisiones (ECA) para establecer límites más estrictos a las emisiones de estos barcos.

También alertan de que la directiva europea que debe controlar la cantidad de fuel oil no se cumple, porque las autoridades portuarias no controlan que no se exceda el 1,5% de azufre durante la navegación y el 0,10 % cuando atraquen en puerto.