"Sólo pensaba en salvarle la vida, en ese momento no piensas en nada más", asegura el agente de la Guardia Civil Victoriano Amorós Morales cuando reflexiona sobre su decisión de saltar al agua para rescatar a la joven que se había precipitado desde un altura de unos 25 metros en el acantilado de Cala Fría, en Cabo de Palos. "No te planteas otra cosa", dice.

El agente, de 45 años, nunca se había visto en una situación así. Pero resta mérito a su acción. "Son cosas del servicio. Pasan, y tienes que actuar sí o sí", asevera el guardia civil, que cuenta con 18 años de servicio (11 de los últimos destinado en el puesto de Cabo de Palos). "Estamos para eso, para salvaguardar la vida del ciudadano; es una de nuestras principales misiones".

El suceso ocurría este lunes. A las 15.15 horas, los agentes Juan Manuel López y Victoriano Amorós, de patrulla en Cabo de Palos, reciben el aviso del chiringuito Verano Azul, situado muy cerca del faro de Cabo de Palos. El camarero, Eluterio, había observado cómo una joven se caía desde un acantilado y el propietario del establecimiento, Antonio Sánchez, llamó a los servicios de Emergencia. Lanzaron un rosco salvavidas para que la joven se agarrara, pero la corriente del mar se lo llevó.

Los agentes de la Guardia Civil fueron los primeros en llegar. A las 15 y 20 horas ya estaban en Calafría. "Observamos a la chica en el agua, que intentaba agarrarse a las rocas, intentando salir pero no podía. No tenía fuerzas". La joven corría grave peligro. Se estaba ahogando. "Por eso decidimos actuar en consecuencia: bajamos como pudimos por la zona, que es de difícil acceso, y, una vez abajo, decidí tirarme al agua porque corría peligro la vida de la mujer", rememora Victoriano Amorós.

"Prácticamente era cuestión de vida o muerte, la mujer cada vez perdía más fuerzas. Era una decisión que debíamos tomar in situ y en el acto", afirma el agente Amorós.

El guardia civil se lanzó al agua y nadó unos 100 metros hasta dar con la víctima, que alcanzó en unos tres minutos. "Cuando llegué, intenté hablar con ella, pero no respondía: no vocalizaba, sólo eran gemidos de dolor", explica el agente Amorós, quien detalla que la joven tenía claros síntomas de hipotermia. "Lo primero que hice fue intentar que la hipotermia no avanzara. Había que sacarla del agua".

Rescatarla del mar no fue fácil. "La incorporé como pude. Es un terreno reducido, con muy poco espacio, y muy cortante y arisco". Además, las olas golpeaban a los dos contra las rocas. "Por lo que tuve que darle protección. La abracé para darle calor y tranquilizarla; también le hablaba en cada momento para que estuviera bien".

El agente permaneció 45 minutos con la joven hasta que llegaron los bomberos de Cartagena, que pudieron bajar ayuddos por un rapel y rescataron a la víctima, que subió en camilla. Los servicios de Emergencia trasladaron a la joven al hospital cartagenero de Santa Lucía, donde quedó ingresada en la unidad de observación de Urgencias. La víctima, de 30 años, presentaba policontusiones e hipotermia, pero su vida no corre peligro. El agente, que sufrió el golpe de una roca en el hombro, también pasó exploración médica.

El momento más delicado, cuenta el guardia civil, "fue cuando me encontré con ella en el agua. Estábamos solos en el mar, a la espera de los equipos de rescate, pero a la vez confiaba en que todo saliera bien". Así fue, gracias a la valentía del guardia civil, que no dudó ni un sólo instante. "Deseo que la chica se recupere lo antes posible y vuelva a hacer su vida normal", concluye.