El Plan para la Recuperación Ambiental de los Suelos Afectados por la Minería en la Región de Murcia (Prasam) destinará cerca de un millón de euros para poner en marcha actuaciones que contribuyan a impedir la erosión y el arrastre de partículas y otros elementos en los antiguos emplazamientos mineros. El Gobierno regional ha señalado que esta medida contempla en primer lugar la identificación de los terrenos en los que se podrá actuar, además de acciones de cubrición y revegetación en el entorno de los núcleos de población.

Está previsto que esta iniciativa comience en 2019 y se extienda hasta 2021, en ella colaboran las direcciones generales de Medio Ambiente y Mar Menor; Medio Natural y Salud Pública, y se integra en el tercero de los objetivos del Prasam, que hace referencia a la recuperación ambiental y paisajística de estas zonas mineras y para cuya consecución se han diseñado otras siete medidas específicas.

Entre estas medidas figuran también realizar sendos estudios para la elaboración de unas directrices y unos modelos de actuación para poner en marcha proyectos de restauración, tanto ambiental como paisajística, en estas zonas, para lo cual se tendrá en cuenta factores como la actividad minera concreta desarrollada en cada zona, la ubicación o la evaluación de posibles riesgos.

El director general de Medio Ambiente y Mar Menor, Antonio Luengo, visitó ayer el Parque Ambiental Huerto Pío, un vivero perteneciente a la Fundación Sierra Minera.

Allí se reunió con integrantes de esta plataforma para estudiar vías de colaboración en materia de revegetación y reforestación de la zona. En las próximas semanas tiene previsto conocer otros emplazamientos e instalaciones similares en Sierra Minera para seguir analizando las posibilidades de colaboración público-privada con entidades y asociaciones locales.

Por su parte, la Fundación valoró de forma «positiva» la inversión económica prevista por la Administración regional, aunque destacó que aún está por ver en qué zonas concretas se va a intervenir. A juicio de la Fundación, la prioridad sería controlar los vertidos de las ramblas para que las escorrentías de metales pesados no lleguen al Mar Menor, como sucede en la actualidad. En este sentido, la Fundación colaboró en 2004 con la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) en la instalación de una trampa de sedimentos en el curso medio de la rambla de Las Matildes, así como en la recuperación de la vegetación de ribera en la zona, que facilita también la retención de residuos. Esta es una medida que según apuntan puede extrapolarse a otras partes de la Sierra minera. Al margen de esto, la Fundación hace énfasis sobre la necesidad de sellar balsas mineras para que no salgan los metales pesados presentes en las mismas. Cuantifican 89 balsas mineras a lo largo de toda la Sierra Minera y la Fundación cree que habría que intervenir antes en las más próximas a núcleos urbanos, entre ellas la balsa Jenny, situada junto a El Llano del Beal.

Por último, la Fundación también expone que está pendiente de la evolución de la denuncia que ha formulado sobre las roturaciones de terrenos en el entorno de la mina de Las Matildes. Según denuncian, las parcelas labradas estarían dentro del entrono protegido como BIC de la mina y estos terrenos agrícolas estarían afectados por la actividad minera.