Treinta años después del desastre del 98, la Guerra de Cuba contra Estados Unidos, nuestra ciudad recibió precisamente la visita de un barco de la marina americana. Y no fue una casualidad que se tratara del crucero ´USS Raleigh´, pues este había sustituido unos años antes al buque del mismo nombre que formó parte del escuadrón americano que venció al Almirante Montojo en la batalla de Cavite.

El 23 de octubre de 1928 procedente de Gibraltar llegó a nuestro puerto el mencionado barco llevando a bordo al Vicealmirante John Havens Dayton, Comandante Jefe de la Escuadra en Europa. Tanto él como su ayudante el Capitán de Fragata John R. Beardoll y el comandante del crucero el Capitán de Navío William K. Riddle acudieron esa misma mañana a Capitanía para cumplimentar a las autoridades.

Poco después fue el Capitán General del Departamento el Almirante Aznar el que devolvió la visita siendo recibido con los honores de ordenanza y lo propio hicieron por la tarde el Gobernador Militar y el alcalde. En dicha visita el Almirante Aznar invitó a las autoridades locales a una fiesta almuerzo en Capitanía que tuvo lugar pocos días después, y cuya crónica desvela detalles interesantes y curiosos.

Entre esas curiosidades y para la historia de la gastronomía local figura el menú que estuvo compuesto por entremeses, huevos Normand, Fricasés de pollo a la parisién, langostas en salsa tártara, solomillo colonial, patatas minué y de postre helado bomba praliné, frutas del tiempo, café y licores. Por la parte enológica los vinos y champagne servidos para acompañar tan buenas viandas fueron Marqués de Riscal, Diamante y Moet-Chandón.

La banda de Infantería de Marina fue la encargada de amenizar dicho almuerzo con un selecto programa en el que no faltaron por supuesto los himnos nacionales de ambos países. Tanto a la entrada como a la salida de la delegación americana la sección de Marinería que prestaba guardia en Capitanía rindió los honores correspondientes.

No acabó aquí el agasajo a los americanos pues el alcalde accidental José Mediavilla los invitó al día siguiente a un vino de honor en el salón de actos del Palacio Consistorial. Ese día precisamente se cumplían ciento treinta y tres años de la firma en El Escorial del Tratado de amistad, límites y navegación entre los Estados Unidos y España.

Pero sin duda el acto más emotivo y que da origen al título de la historia de hoy fue el homenaje que los marinos americanos rindieron ante el monumento a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba inaugurado cinco años antes por los Reyes de España.

El Vicealmirante Dayton, el comandante Riddle y todos los jefes, oficiales y subalternos del barco con una columna de desembarco con bandera y música fueron recibidos por parte española por una compañía de desembarco y otra de Infantería de Marina también con bandera y música.

El Vicealmirante americano en su discurso afirmó tener mucha honra en poner en ese hermoso monumento una corona con la inscripción «a los valerosos de la Guerra Hispano Americana en señal de respeto y admiración de la Armada Americana y la Nación Americana». El Almirante Aznar agradeció el gesto y le pidió transmitiera su agradecimiento a la Nación Americana y a su Marina que tan dignamente representaban.

A continuación una sección de marinos americanos depositó una magnífica corona de flores naturales con cintas con los colores de España y Estados Unidos. El acto finalizó con el desfile de ambas tropas al son de marchas militares y el posterior acompañamiento a los americanos hasta el embarcadero desde donde se trasladarían a su barco para celebrar una fiesta de despedida.