Manu Brabo es el ´nombre de guerra´ de Manuel Varela de Seijas Bravo (Zaragoza, 1987), un fotoperiodista que se ha especializado cubriendo con sus cámaras conflictos bélicos como el de Libia, donde estuvo detenido 40 días en 2011; o la guerra civil de Siria, en la que logró su mayor reconocimiento como profesional en 2014: el Pulitzer. Brabo visita Murcia este jueves. A partir de las 18.15 ofrecerá una ponencia sobre la cobertura de conflictos en el siglo XXI con motivo de la celebración de las III Jornadas de Comunicación y Defensa.

¿En qué basará su intervención?

Mi intervención va sobre mi trabajo como fotoperiodista y mi experiencia personal desempeñando esta labor. La verdad es que necesito una conferencia para contarlo todo, no es algo que pueda explicar sin más. Trabajo en un entorno hostil en el que la gente ha decidido matarse la una a la otra. Las guerras son algo complejo. Mi trabajo consiste en informar para que la gente sepa lo que está pasando para que pueda actuar, y así no haya gente que tenga que sufrir lo que está pasando.

¿Qué dificultades se ha encontrado durante su trayectoria?

Hay muchas dificultades cada día. No creo que las cosas hayan cambiado mucho en este siglo. Creo, incluso, que existen las mismas dificultades que hace 50 años. Aunque cada vez es más difícil ganarse la vida. Hoy en día hay muy pocos apoyos al profesional. Falta que el trabajo que desempeñamos esté remunerado de una manera justa, pero esto en estos momentos no sucede.

Ha dicho en ocasiones que ser fotoperiodista es una forma de vida, no un trabajo. ¿A qué se refiere?

Lo veo igual que lo dije en su momento, es una forma de vida. Es una profesión en la que te levantas por la mañana, trabajas y en el fondo sigues una rutina. Bien es cierto que es una rutina diferente a la de aquí. De todos modos, para mí no es una rutina incómoda; sarna con gusto no pica. Es un modo de vivir, tengo amigos que siempre están en carretera como yo, al final, para bien o para mal, las guerras siguen estando ahí, y yo necesito trabajar y buscar esas informaciones para ganarme la vida con mi trabajo.

¿Por qué decidió ir como fotógrafo a zonas de conflicto?

No sé por qué lo decidí. El caso es que lo decidí. No hay un hecho puntual. De esta profesión me gusta que se aprende algo cada día, aunque no me sorprendió la situación la primera vez que fui a una zona de conflicto. Lo que sí que noté es que yo encajaba allí, que se me daba bien hacer este trabajo. Me sorprendió el hecho de sentir que, de alguna manera, valía para eso.

En 2011 estuvo 40 días detenido. ¿Qué le pasó por la cabeza?

No me apetece hablar de eso.

¿Merece la pena su trabajo?

Siempre. Uno también va descubriendo los dires y diretes del negocio. Te vas desencantado con algunas partes de la profesión y con algunas partes que descubres de ti mismo. Entiendo que merece la pena hacerlo y entiendo que esto mismo le pasa a cualquier profesional, en cualquier trabajo, en mayor o menor medida. Mi trabajo tiene un sentido, lo que pasa es que a veces uno se desengaña y se plantea si su trabajo sirve para algo

¿La guerra proporciona algo especial para la fotografía?

La guerra no es un sitio tan especial. Es algo que lleva pasando toda la puta historia. No es una película de Hollywood, ni un sitio donde haya una luz especial para tomar imágenes. Es un sitio donde pasan cosas malas. Vuelvo a Libia casi cada año, he hecho más de ocho viajes, a Ucrania voy también una vez al año desde 2014. De las guerras que he estado no ha terminado ninguna aún, me gustaría volver alguna vez sin guerra y que la gente estuviera bien.

¿Cree que debe haber límites en lo que se muestra de las guerras?

Yo creo que lo que tiene que haber es educación suficiente para entender que hay determinados mensajes que no se pueden mandar de una manera suave. Pienso que hay una corriente de buenismo en la que la gente se ofende de cualquier cosa. Yo entiendo que eso es un modo de no querer afrontar la realidad existente, en la que para bien o para mal, somos parte responsable. La guerra es como es, pero nosotros como informadores sabemos que tenemos que edulcorar el mensaje visual para que no produzca rechazo. Si bien, hay límites de los que no podemos pasar. No puede ser que la gente piense que la guerra es un conjunto de banderitas o de colores distintos. La guerra es visualmente grotesca y violenta.

Hablando de las dificultades para informar, ¿cree que Internet es una buena herramienta para ello?

Internet facilita que haya más posibilidad para mandar información a un grupo de gente. Cada uno puede construir su propio relato . Y cada uno puede encontrar un relato que se ajuste a su forma de pensar en la inmensidad de la red. Hay tanta información que cada uno busca el medio que coincide con su ideología. Esto es un poco complicado, al final, quién le pone puertas al campo. Internet también abre la puerta a las noticias falsas (fake news) y la propaganda. Son los tiempos que corren. Todo esto sucede a una escala mayor y cada vez más rápido. Por eso creo que el profesional y el público tienen que estar educados para saber realizar y entender un relato honesto del mundo. Las nuevas tecnologías han mejorado la profesión en algunas cosas, aunque en otras creo que no. Si ves el mochilón que llevo lleno de discos duros, cargadores, el ordenador... Creo que es más fácil cubrir una guerra con 200 carretes, como se iba antes, que ahora.