Vamos al supermercado, nos acercamos a la sección de frutas y verduras y comenzamos a mirar las opciones: fresas, manzanas, coliflor, pimientos, tomates, melón, aguacate, uva... El abanico es muy amplio y se mantiene inamovible durante prácticamente todo el año, no importa que sea verano o invierno. Aunque a simple vista esto pueda parecer una ventaja, desde Antigua Nueva Vida defienden el consumo de productos de temporada.

En La Puebla hay una empresa familiar regida por dos hermanos - es ya la tercera generación de agricultores y llevan trabajando desde 1997 - que se dedica a la agricultura cien por cien ecológica, donde «seguimos un respeto absoluto al medio ambiente y hacia la salud de las personas, y cumplimos con todos los requisitos a nivel de consejo regulador de Murcia», comenta Francisco Sánchez, uno de los gerentes. Él apunta que ha notado una «pequeña revolución tardía, pero bienvenida» en la gente que se preocupa por lo que ingiere.

Coliflor en enero, melón en julio

Afirma que en Antigua Nueva Vida «nos movemos por productos de temporada, el único ´forzado´ lo hacemos en el invernadero, pero pensamos que en este mundo tan globalizado en el que podemos consumir lo que queramos cuando queramos, esa idea es un error». Sánchez argumenta esto «no solo por el impacto ambiental sino porque el ser humano pide consumir productos de temporada, y creo que la clave está en darle al cuerpo lo que necesita».

Ahora que nos acercamos al verano, «el cuerpo no pide coliflores, para eso ya está el invierno», por lo que Sánchez recomienda optar por productos como «pimiento, berenjena, pepino, calabacín, melón, sandía o tomate».

De la tierra a la casa

Tal como indican en su web, cuenta con varias opciones para realizar los pedidos de lo que cultivan, ya que se puede recoger en la propia finca o pedir a domicilio.

El gerente y agricultor detalla que no colaboran con supermercados y matiza que «tampoco nos llama mucho la atención», ya que sostiene que «a día de hoy trabajan de manera muy globalizada y creo que deberíamos utilizar un paradigma distinto que se consigue con el pequeño comercio».

Entre las virtudes de esta finca, destaca «la cercanía con el consumidor y la confianza que ponen en nosotros, por lo que no podemos defraudarles y tienen que tener claro que lo que tenemos es bueno».

¿Es caro ser ´eco´?

Francisco Sánchez se muestra totalmente en contra a esa típica afirmación que propaga la idea de que comer sano y ecológico, significa un plus en el bolsillo. «Había mucho tabú con el perfil de persona que compra productos ecológicos, como que tenía buen poder adquisitivo o era una familia acomodada, pero con nuestro modelo hemos demostrado que no es así». En La Puebla, dentro de la finca, «contamos con una ´ecotienda´ donde tenemos precios que son prácticamente como los convencionales, o incluso más asequibles, y con garantías», indica.

No obstante, se queja de que a ellos se les cobre más por sus productos y por cumplir con el consejo regulador que a los agricultores que utilizan pesticidas. «Por contaminar se exige menos que por no hacerlo, es el mundo al revés», concluye.