Cuando fui elegido Presidente de MC, este diario tuvo a bien entrevistarme y preguntarme sobre actualidad, sobre Cartagena y sobre mí.

En aquella conversación tuve oportunidad de compartir con Antonio, (que forma parte de ese grupo de buenos profesionales del periodismo que hay en Cartagena), lo que es una consigna en mi actuación y, quizás, mi frase preferida o favorita, atribuida a Benjamin Franklin, «la pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla». En estos días, esta cita se ha hecho hueco en la actualidad del Ayuntamiento de Cartagena.

Tras una etapa vertiginosa, proactiva, de trabajo continuo y riguroso encabezada por José López, el municipio comenzó una dinámica de despertar social y cultural, crecimiento de las inversiones, dinamización de las instituciones y, sobre todo, de ilusión y crecimiento.

Cuando lo más sencillo era seguir esa dinámica accedió a la Alcaldía una persona sin ideas, sin objetivos más allá de los personales y con una única consigna, ralentizar los proyectos y eliminar la huella de su antecesor. Y aquí es donde me acuerdo de uno de los padres de los Estados Unidos de América, quien con su frase quizás inspiró el sueño americano, porque en Cartagena se ha dado la 'tormenta perfecta', alguien sin empuje empeñada en frenar la inercia positiva. Y así todos comenzamos a ser un poco más pobres, también en lo económico.

Su único horizonte es alargar su vida pública, servirse a ella en lugar de ser útil a los ciudadanos. Obstinada en perjudicar el trabajo hecho por MC, aún a costa de perjudicar al municipio y volver a la última etapa del PP y Barreiro (Púnica, Puerta Nueva, trama del agua, etc.) para acaparar protagonismo.

Las concesionarias conocen bien este perfil, y rápidamente le han tomado la medida a su frivolidad y su ambición. Lo han hecho cambiando con ella, con gusto, unas fotos y algunas migajas a cambio de seguir sangrando a los cartageneros.

Es por ello que como gran hito de su triste mandato ha dado libertad a las concesionarias. A todas. Para continuar beneficiándose con su apoyo explícito. A esto hemos de sumar que también ha frenado las inversiones, el plan municipal más ambicioso de la democracia en Cartagena; renegado de la tradición y símbolos cartageneros, y no solo banderas, por poner un ejemplo ni un nuevo proyecto para los molinos de viento. Atrás quedan como lejanos los exitosos años del Modernismo y la Ilustración; como tampoco se crece en el apoyo a la Universidad y los jóvenes; o desaparece directamente la movilidad o el plan de reforestación de nuestros montes, mientras no riegan las zonas reforestadas.

La absoluta carencia de compromiso y cualidades para gobernar y servir a los cartageneros vive en el borrador de presupuesto para 2018 una situación paradigmática. Como dijo Gollum en la Tierra Media, con aquello de «mi tesoro», u Ortega en nuestra España al referir que muchos hombres, como los niños, quieren una cosa pero no sus consecuencias, en eso estamos en Cartagena. Presidir un Ayuntamiento requiere esfuerzo, gestión, impulso y servicio, y su actual ocupante se dedica a echarse fotos, copar portadas y poner placas.

Es cierto que será por poco tiempo, pero la mayoría de los cartageneros no quieren parar en este apeadero. Por eso, cada día, desde MC seguimos impulsando políticas, ofreciendo soluciones y proyectos, atendiendo a los cartageneros y si hace falta, que la hace, confeccionando el presupuesto de 2018 a falta de que lo haga quien debería.

Éste no es el sueño americano. Es la realidad de Cartagena. No necesita frenos, sino acelerar; no necesita notoriedad, sino realidad; no necesita fotos sino retratar a quienes nos perjudican; no necesita políticos complacientes y sí a quienes trabajan y defienden a sus habitantes. Un viaje al futuro y no a la pobreza.