Los cartageneros no dejaron escapar la tradición de comer la mona de pascua. Los cielos encapotados de la mañana obligaron a los ciudadanos a cambiar la playa por parques, como el de Tentegorra, aunque por la tarde sí se pudo disfrutar de los arenales. Las panaderías, como Pani, también cumplieron con la costumbre.