Accedió a un contrato en el departamento de Calidad de Marnys tras hacer prácticas en la empresa cartagenera.

­La historia de éxito de Silvia Mendoza Carmona (Cartagena, 1994) es atípica. Su relación con la ingeniería fue un flechazo a última hora, lo que le costó no pocos esfuerzos en los primeros años de carrera. Sin embargo, esto no le ha impedido conseguir el Premio Extraordinario Fin de Grado en Ingeniería Agroalimentaria y de Sistemas Biológicos con mención en Industrias Agroalimentarias y obtener un empleo en los laboratorios de la empresa cartagenera Marnys.

¿Por qué elegiste estudiar Ingeniería Agroalimentaria?

Desde niña había querido ser psicóloga, pero justo antes de Selectividad, una amiga me habló de la Escuela de Agrónomos y la acompañé a una visita a la ETSIA. Hasta ese momento no sabía ni que existía la Ingeniería Agroalimentaria. En la charla que dio el entonces director, Alejandro Pérez Pastor, me enamoré de la carrera. Nos dijo que seríamos los ingenieros de la vida y ayudaríamos a alimentar a la población con recursos limitados.

¿Qué es lo que más valoras de la carrera?

El que me haya servido para encontrar trabajo fácilmente y de lo que me gusta.

¿Cómo conseguiste el empleo en Marnys?

Estoy en el departamento de Calidad gracias a que hice prácticas allí, por mediación del profesor Antonio López. Cuando las terminé, surgió una vacante y me llamaron. Desde que empecé la carrera, quería hacer prácticas.