La historia de hoy es de las que seguro que llamará más la atención del lector la fotografía principal que le sirve de ilustración, que lo que este cronista pueda contar sobre una de las grandes industrias que cesó su actividad hace más de medio siglo. Y es que el telón de fondo de la Fábrica del Gas y su chimenea, con las Puertas de San José cerrando la muralla de Carlos III y sobre ella el entonces imponente fuerte de Despeñaperros, es una clara muestra de la arquitectura defensiva de la que tanto presumió nuestra ciudad como plaza fuerte.

Iniciando esta serie de retazos sobre la historia de la Fábrica del Gas, hay que contar que fue en 1856 cuando el Ayuntamiento de Cartagena acordó por unanimidad establecer el alumbrado público por medio del gas, y lo hizo tanto por su mayor economía como por ser una necesidad imprescindible que había de mejorar el método de iluminación pública. El principal problema que se planteó fue la falta de espacio para ubicar el gasómetro y el resto de dependencias dentro del recinto de la población, de ahí que tuvieran que vencer los obstáculos de las autoridades militares para instalarla en el exterior, concretamente en el ángulo que formaban los caminos de Santa Lucía y La Unión.

Superados los problemas burocráticos el 23 de enero de 1861, se inauguró por el Gobernador Civil de la provincia Patricio de Azcarate, el cual afirmó que «el alumbrado de gas, signo de cultura de todos los pueblos, es el precursor del risueño porvenir que os espera, es el crepúsculo que anuncia la llegada del Sol con su brillante luz». Una luz que se vio afectada por la Guerra Cantonal y los bombardeos, lo que provocó que el suministro no volviera a casi toda la ciudad hasta el mes de junio de 1874.

Del anecdotario relacionado con la fábrica es curiosa la petición de los periódicos locales en 1881 para que adelantara la hora de encendido del gas en el Teatro Circo las noches que había función. De ese mismo año también está la solicitud al director para que los días de luna no cortara las llaves de paso poco después de las doce de la noche. Y es que al parecer las noches de luna el Ayuntamiento seguía una costumbre del siglo XVIII de no encender alumbrado público alguno.

La Fábrica del Gas en las cercanías de las Puertas de San José.

Tampoco se libró la fábrica de los interminables papeleos del Consistorio, hasta el punto de tener que esperar siete meses un permiso para unir en 1882 los ramales de cañerías entre las calles del Carmen y Real. En 1893 las farolas de alumbrado público de gas llegaron al barrio de San Antón, cumpliendo así una demanda de sus habitantes.

Todos los años, antes del 15 de diciembre, el Ayuntamiento debía entregar a la empresa suministradora unas tablas del alumbrado público en las que se indicaban las horas en que se debían efectuar los encendidos y apagados.

En mayo de 1929, los cartageneros pudieron adquirir todo tipo de aparatos que funcionaban con gas en la tienda que inauguró ´Gas Levante´ en la plaza de San Francisco. Tras la Guerra Civil, concretamente en 1943, debido a problemas en la recepción de hulla necesaria para elaborar el gas, se vieron obligados a reducir el servicio. Una situación que se repitió en los años cincuenta llegando en alguna ocasión a recibir ayuda del Almirante del Arsenal y de la Sociedad Peñarroya para no tener que suspender su actividad.

Y llegó el mes de marzo de 1965, momento en el que el Boletín Oficial del Estado publicó una Orden del Ministerio de Industria por la que se autorizó a ´Gas Levante S.A.´ al cierre de su fábrica poniendo fin a más de cien años de historia. El complejo industrial se derribó en 1981 y en el mismo lugar se construyó la estación de autobuses que fue inaugurada en el mes de mayo de 1995.