Acababa de llegar a su casa tras estar en la Basílica de la Caridad, donde colabora. Había preparado la iglesia para la Novena. El teléfono sonó. «Un número largo», dice. No sabía quién era, pero cuando le informaron de que la llamaban de Alcaldía, Mariana Larios ya se olió la noticia. «Es un orgullo y una responsabilidad», afirma la recién nombrada Nazarena Mayor de la Semana Santa de Cartagena.

¿Cómo recibió la noticia?

Con mucha alegría. Es algo muy emotivo. Estoy emocionada y agradecida y también siento mucha responsabilidad. Me va a permitir disfrutar de todas las cofradías y eso es un lujo y un privilegio.

Habrá recibido múltiples felicitaciones...

El teléfono no ha parado. La noche que me eligieron tenía como 160 llamadas que no pude contestar y más de 200 mensajes en el teléfono móvil. Eso hace que me dé cuenta del cariño que me tienen y estoy muy agradecida.

Es el broche a toda una vida marraja...

Empecé a los dos años de la mano de Aurelio Méndez, que me hizo una túnica de nazareno. Luego seguí saliendo con los amigos, pero a los 16 años conocí al que es mi marido y empecé en el Santo Sepulcro. Desde entonces, hasta ahora que tengo 67 años, siempre he estado vinculada a la Semana Santa.

¿Cree que aún puede mejorar?

Todo es siempre mejorable. He visto que hemos evolucionado a mejor, incluso en la participación. Antes los jóvenes apenas estaban vinculados a la Semana Santa, pero ahora es distinto y son ellos los que tiran del carro. Son el futuro y ha supuesto un gran adelanto. Siempre se pueden perfeccionar las procesiones y también la vida fuera de ellas. Podemos llevar una vida más cofrade, formarnos más y hacer más realidad el evangelio.

¿Cree que se ha perdido algo de fe?

La Semana Santa es fe porque es catequesis en la calle. Tiene su arraigo cultural porque hay obras de arte importantes entre los tronos y los trajes, pero la fe sigue estando vigente. Es el primer objetivo de mucha gente que viene a ver las procesiones. Me admiro cuando pasa la Virgen y veo a la gente de pie, con respeto. Eso demuestra que siempre hay fe arraigada en el pueblo y es importante.

Su figura en la próxima Semana Santa conlleva ser la representante de las mujeres cofrades. Todo un reto...

Es una responsabilidad añadida. Representaré a la mujer cartagenera y es un reto. Las mujeres llevamos muchos años implicadas en la Semana Santa. Antes en segundo plano, pero poco a poco nos hemos dado cuenta de que somos importantes y hemos dado un paso adelante. Hemos visto que podemos aportar mucho y que somos necesarias en el día a día de la cofradía. Ahora es difícil no ver a una mujer en los puestos directivos de las agrupaciones y eso es gracias a que nos hemos concienciado de nuestra importancia.