Las obras que se llevan a cabo en dos solares entre las calles Parque y San Fernando han revelado la evolución del urbanismo en la ciudad desde la época romana. Así lo indican desde la Consejería de Cultura, que supervisa la actuación arqueológica previa, iniciada a mediados de noviembre del año pasado, para conocer los restos que pueden encontrarse en la base de los dos edificios proyectados en la zona.

Así, desde el departamento regional indican que se ha podido corroborar la existencia de un asentamiento de época tardo-republicana romana en la ladera del cerro del Molinete, probablemente aterrazado, con espacios de habitación delimitados por sendos muros de ladrillos de adobe combinados con estructura de mampostería, cuya interpretación parece atestiguar un hábitat de carácter industrial o periurbano, vinculado al mar de Mandarache.

De igual forma, con posterioridad, probablemente, entre el siglo I a. C. y el siglo I d. C. se ha documentado un primer proceso de urbanización de este sector con la construcción de un vial ascendente hacia la actual calle de la Pólvora, que conserva parte de su cloaca. «Es en este momento cuando documentamos los restos fragmentados de una vivienda con pavimentos de opus signinum y muros con cimientos y zócalos de mampostería y alzado de tierra», señalan desde Cultura.

La siguiente fase registrada, cuya cronología se podría situar a partir de la segunda mitad del siglo I a. C., supone un segundo intento por urbanizar el extremo meridional de los solares, pues propone la construcción de sendos muros, probablemente, de aterrazamiento, hechos con mampostería aglutinada con mortero de cal. «Dichas estructuras se practican, muy seguramente, derribando la vivienda, anteriormente descrita», señalan. En cuanto al vial antes mencionado, es amortizado y construida una nueva atarjea, en esta ocasión, a cielo abierto.

En cuanto a la zona septentrional de los solares, se han documentado diversas estructuras que podrían vincularse a este periodo, aunque son de difícil interpretación, por el carácter sesgado de la excavación, según la Consejería.

El siguiente proceso evolutivo de la parcela urbana atestigua un abandono paulatino de este sector de la ciudad, coincidiendo con el declive de la propia urbe que alcanza hasta el siglo XV-XVI. «Es en este momento, con el impulso que se ejerce sobre la misma, cuando los procesos antrópicos dejan su reflejo en el depósito arqueológico», afirman. De hecho, han documentado un activo expolio de las estructuras romanas emergentes, donde la mampostería es recogida de los muros, como si fuera una cantera a cielo abierto y son practicadas fosas longitudinales para extraerla. Asimismo, se han registrado fosas de grandes dimensiones para el acopio de tierra. La intencionalidad de ambas actividades, según Cultura, podría buscarse en la acumulación de material constructivo para la construcción de las murallas, que en este periodo se estaban levantando en torno a los cerros, así como para la elaboración industrial de cerámicas en los hornos exhumados en la cercanas calles de la morería.

El marcado carácter periurbano de este sector se mantiene hasta la construcción de la muralla de Carlos III, como así atestigua la estratigrafía documentada para este periodo, donde se puede ver un gran paquete de limos, arenas finas y arcillas que indican inundaciones y subidas de nivel, provocadas por el mar de Mandarache.

«Es a partir del siglo XVIII cuando este sector de la ciudad, al quedar dentro de las defensas barrocas puede iniciar su tercer proceso de urbanización, el cual se vio cortado de manera drástica tras la guerra cantonal de 1873», analizan desde Cultura.

Inicios del siglo XX

Inicios del siglo XXY es que, los ataques de artillería sufridos en este momento provocaron la devastación de gran parte de la ciudad y en concreto de este sector. Dicho factor volvió a incidir en su estructura urbana, pues las dos parcelas se vuelven a encontrar en una zona desprovista de edificios entre el conflicto del cantón e inicios del siglo XX.

La existencia de una infraestructura a gran profundidad, de mortero de cal, con carácter longitudinal, que atraviesa ambos solares de oeste a este, sin solución de continuidad en ambos extremos exhumados, la cual alberga en su interior una tubería de atanores vidriados para agua limpia, permite interpretar que este sector se encontraba sin edificar en el momento de su elaboración.

Finalmente, desde la Consejería también se han documentado los restos de cimentaciones y pozos ciegos, pertenecientes a las viviendas que comenzaron a construirse a partir del siglo XX.

Desde Cultura han indicado que los trabajos arqueológicos continúan con el objetivo de decidir si se paraliza la construcción de las viviendas en la zona o no. De hecho, desde han afirmado que aún no se han encontrado hallazgos relevantes, aunque siguen estudiando las catas.