Enriqueta Calderón jamás pudo haberse imaginado antes lo que le pasó el domingo por la mañana, cuando fue a escuchar misa a la iglesia de Santa María de Gracia de Cartagena. Esta vecina de Barrio Peral cuenta que suele acudir a la parroquia de al lado de su casa para seguir la Palabra del Señor. Sin embargo, por ser día de fiesta, prefirió por un día comulgar en el templo del que salen los tronos de la Semana Santa.

La mujer se queja de que «por orden expresa del párroco, mi nieto de 17 meses no pudo entrar a la iglesia, porque le molestaba, pese a que el chiquillo ni siquiera estaba llorando». Esta abuela acudió junto a su hija y el retoño de ésta, pero explica que, «cinco minutos antes de iniciarse la misa, un ayudante del cura nos dijo que podíamos dejar al niño en la sacristía, porque al párroco le ponía nervioso que hubiera niños dentro de la iglesia». A esto, la mujer expone que respondió al religioso lo siguiente: «Pues, ¿Dios no dice que los niños se acerquen a mí?». Sin embargo, Enriqueta se queja de que sus plegarias cayeron en saco roto esta vez.

La abuela está muy disgustada. Cuenta con resignación que «los curas de hoy en día nos están quitando la poco fe que tenemos». Así, Enriqueta señala que «no hay derecho a que le impidan a mi nieto entrar en la Casa del Señor». No obstante, indica que ella sí que pudo seguir la misa desde dentro del templo, ya que sostiene que su hija se fue con el carricoche y el bebé a dar una vuelta por la calle mientras transcurría la liturgia.

El suceso se produjo en la homilía dominical de las diez y media de la mañana. Este periódico llamó ayer por teléfono a la iglesia de Santa María de Gracia para conocer la versión del párroco sobre lo sucedido. Sin embargo, el religioso que atendió la llamada no quiso hacer ninguna valoración al respecto de lo ocurrido con esta abuela y su nieto. No obstante, esgrimió que el párroco titular no fue el que ofició dicha misa y que la liturgia dominical de los niños es la que se celebra al mediodía, después de la que fue Enriqueta, quien, según su versión, parece ser que en los tiempos que corren se reserva el derecho de admisión hasta en las iglesias.