La historia de hoy trata de dar unas pinceladas sobre el desaparecido Cuerpo de Carabineros y su actividad en nuestro municipio de la que nos quedan como vestigios visibles algunos de sus cuarteles y los senderos que recorrían por la costa. Sus orígenes se remontan a 1829, momento en el que se crean los Carabineros de costas y fronteras como instituto militar, que en 1842 pasan a denominarse Carabineros del Reino.

Gracias al libro Manual para instrucciones del Cuerpo de Carabineros del Reino redactado por el coronel Domingo Portefaix en 1844, conocemos qué eran y para que servían los carabineros. Su principal obligación era custodiar y defender las rentas públicas, auxiliar la recaudación de las mismas y proteger la industria nacional persiguiendo constantemente el contrabando y la defraudación.

Para acceder al cuerpo debían ser licenciados del ejército, milicianos nacionales o sujetos que hubieran hecho servicios al Estado prefiriéndose siempre a los primeros. Entre los requisitos para ser admitido figuraba ser bien formado y ágil para la fatiga, no pasar de 35 años ni bajar de 19, ser soltero o viudo sin hijos, saber leer y escribir, tener una conducta irreprensible y haber acreditado ser adicto a las leyes fundamentales de la Monarquía y al trono legítimo de las Españas.

Antes mencioné los senderos de nuestras costas porque una de las obligaciones de los carabineros era averiguar cuáles eran los caminos, trochas, puertos, cañadas o emboscadas por donde transitaban y se ocultaban los contrabandistas, así como las calas, bahías y ensenadas a las que estos pudieran acceder con sus embarcaciones. Ello explica sin duda el hecho de que esos senderos hayan llegado hasta nuestros días y sean utilizados por aficionados al senderismo.

Respecto a Cartagena, en 1902 se encontraba a cargo del personal el teniente coronel Donato Bragulat ayudado por el comandante Francisco Armijo y el capitán José Santiago. La comandancia tuvo varias ubicaciones en nuestra ciudad a lo largo de su historia y en 1923 se encontraba en la calle Subida a San Diego bajo la dirección de Manuel Adsuar Perpiñán. Las secciones de carabineros destinadas al servicio de puertos como el nuestro de-sempeñaban sus funciones en el muelle, en las bahías y a bordo de los buques auxiliando a las aduanas.

Además de las casetas situadas junto a cada una de las puertas de la ciudad para controlar las mercancías que entraban, los carabineros disponían de diferentes puestos y cuarteles en algunas diputaciones cartageneras. Así estaban presentes en Escombreras, Trincabotijas, Calblanque, Canteras, El Algar, Alfonsilla, Huncos, Cabo de Palos, Gorguel, Atamaría, Santa Lucía, Boletes, San Antón y el Portús.

Fueron numerosas las ocasiones en las que los carabineros realizaron acciones de gran mérito tanto en su trabajo habitual como salvando vidas en situaciones extraordinarias. De las primeras citaré el suceso ocurrido en el muelle de Alfonso XII en 1911 cuando los carabineros detuvieron a un grupo de contrabandistas que pretendían introducir un alijo de tabaco, azúcar y pimienta. De las segundas, destaca el papel jugado por este Cuerpo en la terrible inundación del 29 de septiembre de 1919 y del que la prensa local reconocía que «detallar al heroísmo derrochado por los individuos del referido instituto es tarea que nos ocuparía todo el periódico». Por ello citaré un único ejemplo, el del carabinero Miguel Maldonado, que se jugó la vida realizando viajes para salvar a varias personas que estaban cerca de su puesto.

Finalmente, mencionar que tras la Guerra Civil, concretamente en 1940, el Cuerpo de Carabineros desapareció y pasó a integrarse en la Guardia Civil poniendo fin a sus más de cien años de historia.

A mis compañeros de senderismo Carlos y Antonio.