Suimos a la ciudad de Murcia con motivo de la «procesión magna» apoyada por el mismísimo Vaticano y organizada por la Universidad Católica San Antonio y el Cabildo Superior de Cofradías de Murcia.

Procesión que significó el broche de oro y el baño de masas al III Congreso Internacional de Cofradías, en el que participaron un sinfín de personas, entra las que hubo cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes y autoridades varias, convirtiendo a Murcia, por unos días, en la capital mundial de la Semana Santa, como afirmó el presidente del Cabildo D. Ramón Sánchez-Parra y como de similar forma sostuvo el presidente de la Comunidad Autónoma, D. Fernando López Miras, cuando comentó que el congreso «sitúa a la Región en el mapa mundial como referencia en esta materia».

Mi humilde función en la mencionada procesión, como director artístico del Concurso Nacional de Saetas de Cartagena, era la de acompañar a los saeteros a los lugares donde estos debían cantar sus oraciones hechas saetas a cuatro de los 16 tronos procedentes de las localidades de Cartagena, Cieza, Jumilla, Yecla, Caravaca, Santomera, Lorquí y de la propia Murcia.

Los Californios estuvieron pletóricos, siendo aplaudidos y ocupando portadas. La Ilustre Cofradía colorada, gloriosa y triunfante, con una representación de nuestra Semana Santa quasi-perfecta elevó a los altares a la muy honorable ciudad de Cartagena.

Entre vivas, 88 portapasos mecieron al Cristo del Prendimiento, en ese trono en el que en la noche del Jueves Santo se porta al Ecce Homo, escoltados por la escuadra de la sección de honores de los granaderos, además del desfile a paso firme y disciplinado de los 43 penitentes que deleitaron al público asistente, que en su mayoría nunca había visto el característico orden con el que por tradición se desfila en Cartagena; más 2 monaguillos y 15 nazarenos entre los que hubo destacados miembros de la Mesa y personalidades varias.

Hasta aquí todo en apariencia normal, aunque pronto se me encendió la luz de alarma en la cabeza, hasta el punto que ni los quejíos del cantaor flamenco D. Antonio Ayala 'El Rampa' conseguía escuchar, pese a situarse a distancia de hombro con hombro conmigo. ¿Y los Marrajos?, pensé. ¿Por qué no salen en la procesión siendo como es el presidente de la UCAM, el señor D. José Luis Mendoza, un cartagenero y marrajo que se siente orgulloso de ello? Algo seguía y sigue sin cuadrarme.

Tras indagar bastante sobre la ausencia de la Ilustrísima Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno en las calles murcianas, he de confesarles que no he hallado ningún argumento de peso que pudiera excusarnos ni mucho menos convencerme, si bien el motivo que parece tener más fundamento es que cuando se hizo el traspaso de poderes del antiguo Hermano Mayor el Ilmo. D. Andrés Bastida al Ilmo. D. Francisco Pagán no se advirtió o no se entendió debidamente este macro acontecimiento y de los costes que podía suponer la mentada procesión histórica.

No obstante, y al margen de los politiqueos absurdos de esta envidiosa y apática ciudad, D. José Luis Mendoza no se merece que se le dé la espalda y más cuando al parecer ha contribuido con las dos cofradías principales, en los últimos 11 años, con la friolera cantidad de 976.000 euros, una media de 90.000 euros anuales y ha invertido una cantidad ingente de dinero en nuestra ciudad marítima abriendo una universidad católica, la cual visto lo visto no nos la merecemos.

Asimismo y no siendo el dinero lo más significativo, el presidente de la UCAM, me consta, porque mis ojos han sido testigos presenciales, que ha apostado por nuestra Semana Santa, participando como un ciudadano más junto a sus 14 hijos y su señora; ha prestado sus instalaciones; ha enviado personal de su universidad; ha mandado las cámaras de Popular Televisión para servirnos y un largo etcétera de argumentos que por falta de espacio no caben en esta columna dominical, amén de luchar contra corriente en defensa de los valores inherentes al hombre y en favor de la cristiandad universal.