No es una novedad una alcaldesa en Cartagena, ni que la primera autoridad municipal sea alguien de Pozo Estrecho, pero he decir que a uno le hace ilusión y que, como no podía ser menos, haré un brindis con 'cava' de Bodegas Serrano. También lo hice con Pepe López, que conste, así que no teman los cachorros de MC, tan activos en las redes, con sus banderitas por rostro y sus dudas de que si será una alcaldesa cartagenera o 'huertana'. Yo siempre he creído que no es igual predicar que dar trigo y, además, que es bueno que cambien las tornas de vez en cuando.

Los políticos, cuando suben al sillón, a veces están un poco verdes, aunque Ana Belén Castejón Hernández ya está sobradamente preparada y bien curtida, tras una década en estas lides. Con el tiempo, los políticos van madurando y llegan a un sabroso estado de sazón, pero, como las mejores frutas del campo, vienen momentos después en que, o caen por su propio peso o no hay quien se las coma por inútiles o, en algunos casos, por indigestos. Claro, que esto no es una ciencia exacta, porque hay frutas de un día y melones de año, que se colgaban a la sombra y duraban impolutos y dulcísimos mientras los demás ya estaban podridos.

Como no podía ser de otra manera, hay que reconocerle a José López positivas cosas en su paso por la Alcaldía y la más trascendente es su briega por la ciudad, su carácter reinvidicativo y el mantenimiento de su palabra en esta programada alternancia con el PSOE. De las cosas mejorables no voy a hablar ahora, pero es evidente que las ha habido. Así que reconozco que fui impaciente con la llegada de su antecesor y ahora se me hacen las horas eternas esperando que llegue el pleno de este miércoles para el nombramiento de Castejón.

A ella le diría aquello que se dijo a Zapatero: «No nos falles». Cartagena, la ciudad, los barrios y los pueblos, el campo, el mar, el casco urbano y hasta la Comarca, estamos muy faltos de esperanza y de coger de una vez el tren de la modernidad y la prosperidad. Y no me refiero al AVE sino a construir un municipio unido y descentralizado, donde de gusto vivir y no ganas de irse, donde todos se sientan en casa y no haya nadie que sufra necesidades, discriminación, desigualdad o abandono.

No estaría mal que la política fuera una tarea hermosa, de gentes honestas entregadas a la vocación de luchar por lo que es de todos, sin ánimos de medrar, de apegarse al sillón o de hacer caja. No me gustan quienes dicen despectivamente que «todos los políticos son iguales», y siempre recuerdo que el dictador Franco repetía aquello de «haced como yo y no os metáis en política». Por eso no me gustan esos empresarios populistas que como hizo Berlusconi o hace Trump, han dicho perrerías de los políticos y luego mirálos a lo suyo y con qué maneras.

Pues eso le pido a mi nueva alcaldesa, que dignifique la política y que lo haga como ella sabe: con inteligencia, astucia, capacidad de trabajo, entrega y pasión. Pero nada podrá conseguir si no es manteniendo siempre una actitud de diálogo con toda la ciudadanía, con todo el equipo de Gobierno y con todos los agentes sociales y culturales.

El municipio hay que levantarlo con trabajo y diálogo de todos, con reivindicación y negociación. Castejón sabe usar aquello de «guante de seda en puño de acero». Necesitamos una alcaldesa fuerte, con capacidad de trabajo, vigor y perseverancia, con honestidad y sin doblez y también con suavidad, con buenas maneras que enamoren y no espanten. Solo el municipio será más habitable y fuerte y será un foco de atracción. Cartagena, como su alcaldesa, pueden liderar la Comarca y la ciudadanía, no con las banderas, sino con el servicio, no con las imposiciones, sino con el contagio de un proyecto ilusionante. Suerte Ana.