A pesar de no ser quien esto escribe un experto en fútbol creo que no descubro nada nuevo si afirmo que en nuestra ciudad durante muchos años hubo gran cantidad de simpatizantes y seguidores del Athletic Club de Bilbao. La culpa posiblemente la tuvo esa delantera que todos los niños de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado recitaban de memoria con Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza como protagonistas. Y precisamente a esos años cincuenta viaja la historia de hoy, concretamente al 24 de junio de 1956, día en el que el equipo vasco gana la entonces llamada Copa del Generalísimo al Atlético de Madrid, una victoria que como ahora veremos tuvo consecuencias en el patrimonio cartagenero.

Los simpatizantes que antes mencioné salieron a la calle a celebrar el triunfo pero nadie podía imaginar que alguno de ellos le daría rienda suelta a su vena artística con uno de los elementos más característicos del castizo barrio de Santa Lucía. Me estoy refiriendo al singular Pinacho, un espiradero que se construyó en 1762 para dar presión a las aguas que surtían una fuente levantada un año antes a la salida de las Puertas de San José, aguas que provenían del manantial municipal de San Juan.

Un monumento en el que se conserva una lápida borrosa con la siguiente inscripción; ´Reinando en España Don Carlos III de Borbón, siendo corregidor de esta ciudad de Cartagena y comisarios de la ilustre junta de propios y arbitrios don Agustín Romero y don Alonso Hernández Villalba se hizo este espiradero de la fuente del paseo de las Delizias Año 1762´. Continuando con la historia a la mañana siguiente el emblemático Pinacho apareció pintado, tal y como muestra la imagen que ilustra este artículo, con una gran franja blanca, las palabras ´Bilbao´ y ´Campeón´ y el dibujo de una copa en alusión al trofeo obtenido. Hubo que esperar varias semanas hasta que el 13 de julio el tema fue tratado en la comisión municipal permanente del Ayuntamiento gracias a la moción presentada por el concejal y cronista oficial de la ciudad Eduardo Cañabate Navarro. Una moción muy bien documentada gracias a los grandes conocimientos que de la historia local poseía el citado cronista, y que resaltaban el valor histórico del Pinacho y no dudaba en calificar a los autores de la pintada como unos auténticos gamberros.

La comisión acordó abrir expediente al celador del barrio por no haber denunciado el hecho, ordenó que se practicaran las averiguaciones pertinentes para descubrir a los autores y, por supuesto, la reparación de los daños causados por semejante agresión.

Hasta aquí la parte formal del asunto pero en Cartagena somos muy dados a sacarle coña a todo y eso fue lo que hicieron en el pregón de las fiestas en honor al apóstol Santiago de ese año.

En uno de los párrafos del texto de dicho pregón, con los que pongo fin a esta historia, se aludía al suceso de la siguiente manera: «Y pa colmo de mis males ahora soy futbolista, aunque el pueblo no lo crea del Atleti de Bilbao, disen de buena cantera o si no que le pregunten esto a don Pedro Jorquera; y desirle a Serafín el dueño de la bodega que yo siempre soy el Pinacho y nunca una cartelera´.