Le tengo que confesar a los seguidores de esta sección dominical que cuando encontré el documento que da título a la historia busqué sin éxito el significado de la palabra ´descacharren´. Y ello es así porque en nuestra ciudad lo más parecido que utilizamos a esa forma es la expresión ´se ha escacharrado´, haciendo referencia a algún aparato u objeto que se ha roto, pero con la d delante antiguamente debía significar algo parecido. Entre cientos de papeles apareció una especie de folleto de pequeño tamaño y bastante deteriorado en sus extremos, una muestra de la imaginación y del buen humor de los comerciantes para vender sus productos.

No figuraba fecha alguna, pero siendo la titular del negocio la viuda de Salvador Garnero, apareciendo como dirección la calle Santa Florentina y sabiendo que el bello edificio de la calle del Carmen donde todos conocimos el establecimiento no se edificó hasta 1914, se puede afirmar que el folleto era por lo menos centenario.

La cabecera ya de por sí nos da una idea del tono humorístico pues la típica frase que aparecía en los periódicos, «no se devolverán los originales», fue cambiada por un «no se permite tirar los originales» y además especificaba que el periódico era gratis para todo el mundo. No crea el lector que el contenido es un bucle o un deja vú constante, pero ya le adelanto que todos los textos hacían referencia a los productos que se podían adquirir en Garnero.

El propio director, en sus primeras palabras al público, decía que era tan grande el calor que se sentía en esos días que no se podía pasar sin persianas, y las mejores y más baratas las tenían ellos. Un producto para el que no dudaron en incluir la noticia de un suicidio frustrado, y lo fue porque el suicida se arrojó de un tercer piso, pero se enganchó en una persiana que había comprado en Garnero y que aguantó su peso.

Siendo una de sus especialidades los papeles pintados, una de las noticias afirmaba que había un proyecto del Gobierno de empapelar los nuevos acorazados con papel del que ellos fabricaban para que tuvieran más resistencia.

Bajo el título de ´conflicto zanjado´ se informaba de lo desesperados que estaban los escribientes de Cartagena por la mala calidad de las tintas, hasta el punto que pensaban promover un conflicto que finalmente no se llevó a cabo al enterarse de la buena calidad de las que ofrecían en Garnero. La sección judicial incluía la noticia de la denuncia hecha a la Casa Garnero por vender sus artículos demasiado baratos, e incluso se informaba de la detención y puesta a disposición del Juzgado de varios individuos por haberse probado que no compraban en la tienda.

Hasta la muerte era contemplada con algo de humor ya que a la hora de ofrecer su servicio de esquelas afirmaban que se hacían «a la hora que fueran necesarias», y es que evidentemente ahora y hace cien años uno no sabía cuándo le llegaba la hora. Por si quedaba duda del tono jocoso del folleto sirva de ejemplo esta frase de la sección de telegramas que decía «a la hora de cerrar no se han recibido los últimos telegramas pero los publicaremos en nuestro próximo número, dentro de unos cuantos años».

Y para terminar el repaso a este folleto, con el que espero haber hecho esbozar una sonrisa al lector, le dejo con unos versos publicitarios de este clásico del comercio cartagenero: «El que quiera empapelar y gastar poco dinero, que avise sin vacilar a la Casa de Garnero, donde le servirá muy barato y con esmero, porque no te vea la gente, has cerrado la ventana, se conoce que no sabes donde venden las persianas».