La celebración hace unos días del Día Mundial de la Poesía nos da pie para recordar en esta sección a Miguel Pelayo, unos de los poetas más importantes que hubo en nuestra ciudad durante el pasado siglo XX. Tarea difícil para este cronista la de intentar condensar una vida tan intensa como la suya en un único artículo. Nació nuestro protagonista en Cartagena el 7 de noviembre de 1880, era hijo de un teniente coronel de Infantería de Marina y aunque inició la carrera de Derecho pronto se inclinó por las letras. En 1900 publicó sus primeros versos en la revista La Juventud Literaria de Murcia y aunque tuvo posibilidad de instalarse en Madrid trabajando para El Heraldo de Madrid, el amor a su tierra fue mayor.

Tras ser redactor de periódicos locales como El Mediterráneo o La Mañana, fue nombrado director de El Porvenir y fundó y presidió la Asociación de la Prensa de Cartagena. Innumerables fueron sus colaboraciones para periódicos y revistas provinciales y nacionales como El Imparcial, El Sol, La Esfera y de alguno de ellos llegó a ser corresponsal.

Su primer libro de poesías, titulado Evocaciones, lo publicó en 1909, constaba de 19 poesías y la crítica del momento decía de él que era un poeta sereno, un poeta culto, muy de su tiempo. Ejerció brevemente el cargo de concejal y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cartagena en 1917 y fue vocal de la Junta de Protección a la Infancia y Represión de la Mendicidad. En 1921 fue nombrado Director de la Biblioteca de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y ese mismo año ganó la Flor Natural en los Juegos Florales dedicados al político y escritor cartagenero Fernando Garrido.

El año 1923 fue importante para él por diferentes motivos, el Ayuntamiento decidió nombrarle Hijo Predilecto de la ciudad y darle su nombre a la avenida de la estación, acuerdo éste último que finalmente no se llevó a cabo. Sus amigos y las autoridades le agasajaron con un banquete homenaje en el Gran Hotel en el que le entregaron un artístico pergamino como recuerdo del acto. Pero además ese año sus versos quedaron grabados en la piedra del Monumento a los Héroes de Cavite y Santiago de Cuba que fue inaugurado por Sus Majestades los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el 9 de noviembre de dicho año.

En este repaso a su vida no podía faltar la referencia a su inmensa labor en el Conservatorio Municipal de Música y Declamación del que fue su director durante varias décadas, desde sus comienzos en los locales de la Real Sociedad Económica de Amigos del País en la calle del Aire en 1928. Precisamente de su talento salieron letras para diferentes composiciones musicales como el Himno de la Raza con música de la pianista Matilde Palmer o un himno a la Virgen del Carmen compuesto por el músico militar maestro Oliver.

Falleció el 28 de febrero de 1957 y habría que esperar al centenario de su nacimiento en 1980 para que se colocara una placa en la casa de la calle Mayor donde vivió y murió, y se le diera su nombre a una plaza de la ciudad. Y para el final como no podía ser de otra manera dejo a los lectores con uno de los versos que recitó el poeta en el homenaje que le tributaron sus amigos por haber sido nombrado Hijo Predilecto de la ciudad: ¡Por eso de estas mercedes, que tanto me honran y exaltan, tan sólo me enorgullece ese Título de Gracia que Cartagena me otorga con benevolencia hidalga: no por Hijo Predilecto… por hijo de sus entrañas!