Galeras de Sicilia y el Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles (éste último heredero de la antigüedad de 1537 de las Compañías Viejas del Mar de Nápoles creadas por Carlos I), que asignados desde un principio a las Escuadras de Galeras del Mediterráneo, contribuyeron de forma decisiva a la consolidación del poder naval de la España del siglo XVI.

Hoy, por tanto, es una fecha significativa para la Armada; en especial, para las unidades de Infantería de Marina que con sus mejores galas conmemoran su 480 aniversario. Por otra parte, también se celebra el 300 aniversario de la creación de los 'Batallones de Marina', que fueron organizados en 1717 por José Patiño, intendente general de la Marina: cada batallón estaba formado por 600 hombres y bajo su responsabilidad figuraban los servicios de mar y tierra en bajeles, puertos y plazas.

Desde entonces ha llovido mucho, pero una cosa no ha cambiado: la presencia en Cartagena de los Infantes de Marina. Así pues, primero llegaron las escuadras de galeras, luego vinieron las compañías o los batallones y, más tarde, los regimientos y los tercios? pero lo que queda claro es que pasearse por las páginas de la Historia de España, o de Cartagena, y situarse en los albores de los cientos de combates o batallas navales de los últimos siglos, no es posible sin tener en cuenta a estos hombres, especialistas en combatir por tierra o por mar, que están hechos de otra pasta.

Por tanto, felicitar a todos los integrantes de las unidades que la Real y Gloriosa Infantería de Marina asienta en Cartagena; en especial, al coronel José Luis Carballo Álvarez, comandante del Tercio de Levante (TERLEV), sucesor del Batallón de Guarnición de los buques surtos en el puerto de Cartagena durante el siglo XVIII y, cómo no, a su jefe, el general de brigada Andrés Francisco Gacio Painceira, comandante de la Fuerza de Protección de la Armada (FUPRO); una de las tres grandes unidades de esta Fuerza.

El lema de estos marinos, que integran la primera infantería de marina del mundo, es sencillo: «Valientes por tierra y por mar»; y su código de conducta durante estos cinco siglos se sustenta en otros tantos pilares: honor, valor, disciplina, lealtad y compañerismo. Calderón de la Barca, que también fue soldado de Infantería, lo apuntaba ya en 1650 con estos versos que todo marino aprende antes de finalizar sus primeras 24 horas en la Escuela Naval:

«? Aquí la más principal

hazaña es obedecer,

y el modo cómo ha de ser,

es, ni pedir, ni rehusar.

Aquí, en fin, la cortesía,el buen trato, la verdad,

la fineza, la lealtad,

el honor, la bizarría,

el crédito, la opinión,

la constancia, la paciencia,

la humildad y la obediencia,

fama, honor, y vida,

son caudal de pobres Soldados;

que en buena, o mala fortuna,

la Milicia no es más que una

religión de hombres honrados».

Por último, significar que este Cuerpo tiene un legendario privilegio, refrendado en la Real Orden de 1886, que permite a sus infantes «ocupar en campaña el puesto de mayor peligro, el de extrema vanguardia en los avances y de extrema retaguardia en la retirada».