Querido alcalde, con el debido respeto:

Espero que cuando, dentro de unos pocos meses (junio de este año), le toque a usted el turno del relevo, no nos haga asistir también a otro espectáculo tan patético y grotesco como el que está protagonizando su presidente y el mío, Pedro Antonio Sánchez. Sí, ya sé que, en más de una ocasión, usted ha recordado que siempre cumple su palabra, pero después de lo que estamos viviendo con el señor Sánchez, uno ya no sabe a qué atenerse. Recuerdo que, cuando al comienzo de la legislatura, el Partido Popular llegó al pacto de investidura con Ciudadanos, teniendo pendiente de resolución los casos ´Púnica´ y ´Auditorio´ en los que estaba incluido, el todavía presidente regional prometió, con aspecto solemne y formal que, en cumplimiento de ese acuerdo, dimitiría de su cargo en caso de ser imputado.

La semana pasada le hable del primero de ellos y, si recuerda, le indiqué que no parecía que fuera a ser imputado, pero ahora el magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Murcia, Julián Pérez-Templado, encargado de la instrucción del segundo caso, le ha citado a declarar el próximo día 6 de marzo, lo que ha desencadenado esta auténtica ceremonia de la confusión a la que estamos asistiendo.

Como nos han estado recordando durante estos días todos los medios informativos, incluidas las televisiones nacionales (maldita hemeroteca), su presidente y el mío dijo textualmente, en junio de 2015, cuando necesitaba los votos de Ciudadanos para ser investido: «Si al final la Justicia dictaminara una imputación por el caso Auditorio, yo dimitiría. Cumplo lo que firmo, cumplo mi palabra y no esperaría a que nadie me lo pidiera». Sin embargo ahora, cuando el TSJ lo cita a declarar como investigado (antes imputado), no solo no cumple su promesa de dimitir, como había acordado en aquel documento que ya conocemos todos, sino que sigue ofreciendo los argumentos más irrisorios y peregrinos para permanecer en el machito.

Que si ahora podré defenderme, que si todavía no estoy imputado, que si solo metí la pata y no la mano, que si fue un error administrativo, que si hay que esperar un poco más, que si€ Pero ¿qué tendrá el sillón que tanto le cuesta al personal apearse de él?, ¿qué secreto elixir beben cuando alcanzan el poder que los subyuga hasta el punto de hacerles perder la vergüenza?

Podría llegar a comprender alguno de los argumentos que ofrecen estos días desde el Partido Popular. Por ejemplo, en aras a la presunción de inocencia que todos merecemos, parece razonable esperar a la apertura de juicio oral para exigir responsabilidades políticas, máxime cuando desde Ciudadanos se está tramitando una ley que lo plantea en esos términos. Pero el caso que nos ocupa tiene, en mi opinión, una circunstancia absolutamente decisoria y es que fue el mismo Pedro Antonio Sánchez el que aceptó, firmó y prometió dimitir si era llamado a declarar. Y ya me dirá usted a mí ¿qué credibilidad tendrían los políticos si, por mantener el poder, fuesen capaces de hasta faltar a su palabra? «También parece pueril, en este caso, acogerse a ese dicho tan socorrido últimamente de ´la pata y la mano´.

Por mucho que hasta el mismo presidente del Gobierno me quiera convencer de lo contrario, no creo que el auto del juez Pérez-Templado pueda dar lugar a dudas cuando señala que se le cita a declarar «en relación a los posibles delitos de prevaricación continuada, fraude contra la administración pública, falsedad de documento oficial y malversación de caudales públicos». Por eso me ha sorprendido que haya salido usted, precisamente usted alcalde, en defensa del presidente cuando el martes dijo que «no hay necesidad de que la Región resuene en el resto de España por algo que no nos gusta», y exigió a POSET, Podemos y Ciudadanos que siguieran trabajando «de manera normal» hasta que Sánchez preste declaración. «Yo voy a ser el primero que le voy a pedir que dimita si la imputación queda clara», y apostilló que la Comunidad Autónoma no necesita «estar diez días en todos los telediarios».

Digo que me sorprendió su intervención porque recuerdo perfectamente sus intervenciones cuando, hace un par de años, a la que se estaba investigando en el Tribunal Supremo era a su predecesora, Pilar Barreiros en relación con el caso Novo Cartago. ¿Recuerda lo que dijo entonces?: «Debería despedirse de la ciudad y dimitir si le queda dignidad y Cartagena le importa».

Me parece que ha sido usted el único político de esta Región que, no perteneciendo al Partido Popular, ha contemporizado con la situación del presidente de la Comunidad. Hasta el líder nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, que no olvidemos que es el partido que, con sus votos, permite gobernar a los populares, afirmó antes de ayer en el Congreso que «el presidente de Murcia está enrocado en el cargo», y pidió al PEP que «se serene» y proponga un sustituto que no esté investigado por corrupción para evitar así una moción de censura. «Yo creo que se tiene que marchar. Lo dijo él, tiene que cumplir».

Espero alcalde que no esté usted sufriendo un original síndrome de Estocolmo político, que le haya provocado esa extraña empatía con un político al que casi todos le están enseñando la puerta de salida.