Ayer, en el cartagenero barrio de San Antón, aproveché para obtener la bendición que el cura párroco hace a animales y a fotógrafos, que siempre estamos en medio, y para disfrutar un ratico del magnífico ambiente festivo. Embriagado por el aroma de pulpico a la plancha, al que me resistí en honor al santo asceta, posponiéndolo para venir luego con mi señora, me dirigí al casino y seguí fotografiando al personal, que mantiene el tradicional baile del vermú. Me vinieron viejos recuerdos de aquellos que se hacían en mi pueblo en nuestras fiestas patronales, con las mujeres sentadas esperando que las sacaran a bailar. Hoy día, por suerte, las mujeres son las que sacan a bailar a los hombres o bailan solas porque ellos suelen ser más dados a estar en la barra 'tomándoselas'.

Antes de ayer fueron las pelotas galileas de Pozo Estrecho, que uno no se cansa de repetir, como Pepito Grillo, que tienen una gran tradición en la localidad, que son mucho más antiguas que las de Patiño y que fue el gran Manuel Cárceles, el Patiñero, que solía venir a las veladas de trovos del día de San Fulgencio, quién se empeñó en llevarse nuestra fiesta al pueblo murciano. No es que yo sea de los que dicen 'esos murcianos nos lo roban todo', ni de los que se excusan en que ninguna responsabilidad nos toca de cómo nos vaya, pero sí es cierto que en la Comarca de Cartagena tenemos dos importantísimas fiestas gastronómicas que convocan a multitud de vecinos y de foráneos y que tenemos que apoyarlas más.

Me ha gustado mucho ver este año a la cartagenera Noelia Arroyo, consejera regional de Cultura, en nuestras fiestas y no solo en las de Patiño, eso le honra y no podía ser menos, cuando por eso se le paga. Esta declaración estoy seguro que la comparten los políticos de los demás partidos, que gratamente también acuden a nuestros actos. Pero he de confesar que ha habido tres políticos, de tres distintos partidos que han tenido la honestidad y la confianza conmigo en criticarme, cariñosamente, por mostrarme amigo de los otros y haber sacado a los unos en una foto, o por fotografiarme con los de otro partido. Yo, que no soy nadie importante, no debo darle vueltas a esto y debo agradecer que se me diga en la cara, porque uno siempre tiene otras gentes que lo ponen verde a las espaldas, gentes que sufren, las pobres, pero no en silencio.

A estas alturas, después de mi trayectoria en tantas asociaciones sin ánimo de lucro, no tengo nada que demostrar y sigo teniendo mucho que mejorar y más que aprender y como no tengo disciplina de partido, pues hago lo que me place. Pero recuerdo que cuando yo era presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos y tuve el honor de ser el primer vecino que, sin ser concejal, intervino en un pleno municipal (reivindicando, como no podía ser menos)... Mi admirado Pepe Monerri -que las musas lo tengan en el Parnaso de los periodistas- me auguró que yo terminaría de político. Al maestro le respondí que se equivocaba, porque tiene que haber políticos, pero también ciudadanos que participen en las cosas de todos. No viene al caso hablar de las ofertas que después algunos me hicieron y que desestimé, pero creo que en eso acerté porque uno sabe para lo que no vale.

Tampoco soy de quienes piensan que todos los políticos son iguales, en sentido peyorativo. Al contrario, creo que hay que dignificar la clase política y espero que haya una nueva política que nos despeje esa sensación de que no nos representan. Es cierto que, aunque lo neguemos, todos tenemos nuestra ideología, que no es cierto eso de que ya no existen las derechas, ni las izquierdas, pero hoy necesitamos buenos gestores y políticos que trabajen por los ciudadanos, sobre todo por los más desfavorecidos, y lo hagan con la participación de los vecinos, que no súbditos ni consumidores de la propaganda, ni clientes pasivos.

Por eso cuando los políticos van a las fiestas, deben saber que son criticados por muchos que dicen 'vienen a hacerse la foto', pero ellos han de ir a escuchar, a aprender y a compartir. Hay que estar de lado del pueblo en la gestión, en sus problemas y también en su fiesta, disfrutando y compartiendo, juntos, no como si estuviésemos en campaña electoral.