El Kybalión nos dejó claro aquello de que 'como es arriba es abajo y como es abajo es arriba' y este principio de correspondencia místico debiera haber funcionado como buen refugio de los de abajo y con cierto efecto tranquilizador de conciencias para los de arriba, sin embargo entre la mística y la mástica se producen batallas que ni la recién acabada de Carthagineses y Romanos.

Hace unos días me enviaba un amigo un requerimiento de la Agencia Tributaria (de los de arriba), de esos que hay que leerlo dos veces (los de abajo) y que venía a decir: usted parece ser que tiene un hijo que era menor de edad, pero ya no lo es por el tiempo que ha pasado y que en el año 2012 le arreglaron los dientes. Aunque usted no se dedujo ese gasto ni en IVA, ni en sociedades, ni en IRPF queremos que nos traiga el presupuesto que le dieron, la copia de la factura, las fechas de inicio y fin del tratamiento, cómo lo pago y en qué plazos, si lo financió y si le hicieron descuento. Como lo leen.

Parece claro que van a por el dentista (los de arriba) y eso puede ser hasta comprensible, pero díganme cuántos de ustedes (los de abajo) tienen copia del presupuesto, del contrato, de las facturas, de los pagos realizados y de los descuentos que le aplicaron sobre el empaste que se hicieron en el 2012. Por otra parte y sin ser un experto en estos temas, me parece que un particular que no se deduce un gasto no tiene obligación fiscal de conservar factura, pero bueno, doctores tienen los de arriba.

Lo llamativo del caso no es que la inspección intente localizar el supuesto B de un dentista sino el nivel de celo y presión que acaban poniendo (los de arriba) en los últimos (los de abajo) cerrando zoom imparable en dirección fulminante hacia lo pequeño, como esos vídeos que empiezan en las intergalaxias y acaban con el foco en la última pata de un escarabajo en medio del desierto y por el camino han dejado tantas y tantas cosas que no han merecido la atención de quien controlaba el zoom y pasaron desapercibidas sin más interés que bajar y bajar, como si lo importante entre todas las galaxias habidas y por haber fuera la cuarta pata de aquel diminuto escarabajo en medio de un desierto.

Y uno tiene el convencimiento de que como es abajo no es arriba aunque lo determinara Hermes Trismegisto y una sensación de rara injusticia nos corona, como al pobre escarabajo (de abajo) que se preguntará por qué entre miles de millones de elementos animales, vegetales y minerales, han ido a cebarse (los de arriba) con su cuarta pata y ahora no puede salir de su agujero porque es viral en Youtube y todas las lagartijas lo conocen. Y es que cuando el Estado dice dar por perdidos 26.300 millones de ayudas a los bancos (de los de arriba), no vean la de patas de escarabajo (de los de abajo) que hay que cazar para alimentar y saciar a tanto rey de la selva, tan depredadores y carniceros como siempre (los de arriba); con lo fácil que sería ir a buscar comida donde hay abundancia en vez de en donde hay escasez, que es el primer principio de actuación para cualquier cazador por torpe que fuera.

Otra cosa es que el alambre espinoso delimite claramente desde abajo hasta arriba el territorio y con el privilegio que otorga ser especie protegida (desde arriba) mantenga dentro y bien alimentados los especímenes que convienen, porque a quien le toca al final salir a cazar cumpliendo órdenes de los de arriba, para que otros, también de arriba, mantengan el nivel de festín, es al cazador; y ya no sabe dónde buscar con tanto coto privado y cerrado intocable, que si hay que comer sólo con la caza de los de abajo, que tiemblen los 26.300 millones de escarabajos.