Cada cierto tiempo en esta sección nos gusta recordar aquellos establecimientos hosteleros que dieron vida y animación a nuestra ciudad, bares, cafeterías y restaurantes con encanto y poder de atracción para los cartageneros. En el caso de 'La Palma Valenciana' se ha escrito erróneamente que el maestro Álvarez, compositor del pasodoble Suspiros de España, amenizaba las veladas del mismo con su grupo musical. Siento tener que aclarar que ello no fue posible pues el maestro falleció en 1903 y 'La Palma Valenciana¡ de la calle Mayor no empezó a funcionar hasta 1911, concretamente en el local que ocupó anteriormente la llamada 'Cervecería Inglesa'.

Su primer propietario y el que más tiempo estuvo al frente fue Baltasar Gil Calpe, quien desde un primer momento se ganó la simpatía de sus clientes. A los pocos meses de su apertura inauguró un bello saloncito para señoras al que se accedía por la calle del Aire y que contaba con un coqueto tocador dotado de un gran espejo. La prensa decía que el alumbrado era espléndido, las mesas elegantísimas y los servicios para té y chocolate de hermosa porcelana. Una de sus grandes especialidades eran los helados, y, por eso, no tardó mucho en hacerse con un kiosco para venderlos en el Muelle de Alfonso XII durante la temporada de la Feria de Verano, kiosco que en 1915 consiguió establecerlo de forma permanente y, posteriormente, abriría otra sucursal en la Muralla del Mar. Allí rivalizaban sus productos con los elaborados en los kioscos del 'Café España', el 'Café de La Marina' o los pabellones del Casino o el Círculo Militar. «Para tomar buen café y beber la rica horchata no hay más remedio que ir a la Palma Valenciana», con estos publicitarios versos se anunciaba en una de las guías de la Feria de 1916.

Eran habituales los conciertos dentro de sus salones, tal y como muestra la imagen que acompaña este artículo. E, incluso, a las puertas del mismo como el que ofreció la banda municipal del señor Preciados en junio de 1917. Fueron muchos los gestos de solidaridad que tuvo el señor Gil con los más necesitados. Así, en 1913, invitó a helados en el kiosco del muelle a todos los niños asilados de la Casa de Misericordia, e incluso tuvo el detalle para aquellos que no pudieron asistir por problemas de movilidad de enviarles una garrafa al benéfico establecimiento. En 1921 organizó la llamada 'Fiesta del Tabaco' a favor de los soldados que luchaban en la Guerra de Marruecos. La idea consistió en colocar un cajón de madera delante de su local de forma que todo aquel que quisiera pudiera entregar cajetillas de tabaco o dinero en efectivo para poder adquirirlo. Fue todo un éxito.

En 1925 se abrió un restaurante en el primer piso con dos lujosos comedores en los que se ofrecían banquetes y donde se podía comer desde 4,50 pesetas el cubierto. Ese mismo año y sin duda por la gran afición taurina de Baltasar Gil hijo se celebró allí la inauguración del Club Gavira, dedicado al diestro cartagenero Enrique Cano 'Gavira', a la que asistieron unos cincuenta comensales. En 1929 cambió de propietario pasando a regentarlo Antonio Gallud Iglesias, quien mantuvo el nivel de calidad de su predecesor y las actuaciones musicales.

Tras muchos años de éxito 'La Palma Valenciana', que permaneció activa durante la Guerra Civil, ya no volvió a abrir sus puertas. En el año 1941 su lugar sería ocupado por el 'Mastia', recordado todavía con gran nostalgia por muchos cartageneros y al que otro día le dedicaremos su historia correspondiente.