Nació en Hellín en las postrimerías del año del Señor de 1961, un 11 de diciembre.

Su padre, mecánico tornero de la localidad, le insufló desde su nacimiento las ganas de trabajar, la perfección en el trabajo y la bondad hacia la gente.

Estudió en el colegio Juan Martínez Parra y después en el Instituto Cristóbal Lozano, consiguiendo el título de Maestro de Electricidad. En el año 1979 ingresa en la Marina, jurando bandera en San Fernando, Cádiz, desde donde se traslada a la Academia Militar de Marina en Vigo (ETEA), especializándose como electricista de buques-navíos de guerra.

Después es destinado a Cartagena, al destructor D-23 Almirante Valdés, viajando por todo el Mediterráneo y aguas de Canarias. Es en ese tiempo cuando empieza a relacionarse por Cartagena, que ya le atrajo cuando vino con una excursión escolar a los 12 años. Su carácter siempre dispuesto, simpático, amable, servicial y bondadoso le hace ganarse amigos íntimos tanto en lo militar como en la sociedad cartagenera.

Vuelve a la Academia Militar de Vigo para preparar un ascenso, retornando a Cartagena con sus nuevos galones, embarcando en la corbeta F-34 Infanta Cristina y volviendo a surcar las aguas mediterráneas. Estando en alta mar le llegan noticias de las inundaciones de Valencia y Murcia, con rotura de la presa de Tous, por lo que al llegar al puerto cartagenero pisa tierra y busca un teléfono para llamar a su familia. Llamadas que no dan respuesta, por lo que su preocupación va en aumento. Pide permiso a su superior para viajar a Hellín y coge el tren de Albacete.

Es en Murcia, donde el destino le cambia la vida. Las vías del tren estaban rotas por las inundaciones por lo que queda bloqueado en la capital murciana, y es ahí donde Cupido le mete una flecha en su corazón€, de forma casual conoce a Encarnita. Ese 28 de septiembre de 1982 fue el mejor día de su vida, tanto que se casa con ella el mismo día y mes pero de 1985. Desde ese momento su vida va de barco en barco, de cables eléctricos a transformadores, mientras se enraizaban familiarmente en los Molinos Marfagones, una pedanía de Cartagena. Tienen un hijo y una hija, José Vicente, licenciado en Audiovisuales, y Miryan, una preciosa mujer de 20 años que estudia Publicidad y Marketing.

Tras jubilarse se entrega a lo que más le gusta hacer: «darse a los demás». Por lo que se incorpora en todas las actividades lúdicas y sociales de su pueblo, en todas las organizaciones de ayuda a quien sea y lo que sea y a sus Carthagineses y Romanos.

Sus asesoramientos puntuales y altruistas sobre electricidad le han concedido el apodo cariñoso de ´el Chispa´ incluso le han concedido por unanimidad todos sus vecinos la máxima distinción de su pueblo ´el Molino de Oro´.

José Vicente siempre está dispuesto a ayudar a cualquier vecino que lo necesite, participa en la realización de los belenes del pueblo y colegios, en las obras de teatro, en la iglesia, en€ Bueno, en todos los lugares donde haga falta ¡una chispa eléctrica!

Vale Vicente, todo eso está muy bien, pero ¿y de chispas en la cocina?... Me dice que le encanta cocinar porque le relaja, y lo que mejor se le da es el solomillo de ternera a la almendra y, de su mujer, el asado de pierna de cordero, el flan de café y el bizcocho de chocolate... ¡Y uno escuchando eso y sin almorzar!.

Su colonia preferida es de Loewe, pero lo que más le encanta es echarse colonia fresca Nenuco por todo el cuerpo€, a chorro.

Es apasionado del cine y la música, siendo su película favorita Los cañones de Navarone y los Beatles. Vamos, que se le puede preguntar lo que sea sobre ellos.

Me cuenta una anécdota: se había acostado en el barco muy tarde porque había estado arreglando las cocinas eléctricas para que pudieran hacer el desayuno y estaba ´reventao´. Cuando el sueño era más profundo, un compañero, Pablo López, le llama diciéndole que tiene que cambiar la botella de butano de la cocina, que se ha gastado. Él le responde entre sueños que la cambie él. Pablo le insiste, discuten y José Vicente se levanta, se viste, medio dormido va por los pasillos del barco y ya cerca de la cocina cae en que las cocinas del barco son eléctricas. Sus juramentos y las risas de sus compañeros aún resuenan por el barco.

Y ahora el selfie€ Ahí vamos, el marino-electricista ´el Chispa´ y un servidor, rodeados de cables de una asociación del pueblo. ¿Cómo€?, ¡ojalá!..., pero ´la chispa´ que tiene José Vicente no es traspasable€ Es única.