El pediatra José Luis Leante, responsable de la Unidad de Neonatos del Hospital General Universitario de Santa Lucía, asegura que controlar de forma continua la temperatura de la axila y el pie del neonato, mediante sondas térmicas es una herramienta útil para detectar de forma precoz el desarrollo de infecciones graves en el recién nacido. Leante, quien defendió ayer su tesis, explica que la medición continua «actúa como un fisiomarcador que alerta del riesgo de aparición inminente de posibles respuestas adversas del organismo a las infecciones. En aquellos pacientes que finalmente desarrollan la infección, la monitorización ofrece información respecto a la evolución del episodio».

Asimismo, el pediatra añade que «la sepsis neonatal tardía es una patología de gran relevancia en la atención neonatal y de su diagnóstico precoz depende, en buena parte, el pronóstico de los recién nacidos que la padecen».

La hipótesis de Leante se basa en un estudio piloto llevado a cabo en la sección Neonatal del hospital Santa Lucía hace cuatro años, según el cual un aumento mantenido de la diferencia entre la temperatura de la axila y el pie -central y periférica- puede alertar con antelación de la inminente aparición de una sepsis neonatal tardía. Este hallazgo proporciona una herramienta de gran utilidad, ya que permitiría anticipar las pruebas diagnósticas y los tratamientos necesarios, señala el especialista.

En su estudio, Leante centró el análisis en la población de recién nacidos con edad gestacional inferior a 32 semanas o que pesaran al nacer menos de 1,5 kilos. La alteración de la temperatura o gradiente térmico se definió como un aumento de la misma superior a 2ºC durante cuatro horas, de forma mantenida, y se determinó su asociación con la variable sepsis neonatal tardía.

Además, analizó otras variables relacionadas con el rendimiento diagnóstico, la precocidad en la detección, el valor del pronóstico y el impacto que tenía el control de la temperatura sobre los episodios de sepsis tardía.

La muestra final incluyó a 129 pacientes en los que el control de la temperatura central y periférica fue un procedimiento factible. En estos niños, las alteraciones del gradiente térmico mostraron una fuerte asociación con la presencia o desarrollo inminente de un episodio de sepsis tardía, con un valor predictivo positivo del 57,1%.