a céntrica calle del Aire fue el lugar elegido por la prestigiosa Casa Ferrera para instalar una de las dos tiendas de las que llegó a disponer en nuestra ciudad durante los años veinte y treinta del siglo pasado. El edificio, en la esquina con la calle Medieras, fue construido originalmente por el industrial José Bonmatí para vivienda y sede central de la confitería Royal. Casa Ferrera fue propiedad del cartagenero Emilio Ferrera quien se asentó en Almería y en 1902 fundó su negocio especializado en azulejos y sobre todo en muebles de diferentes estilos. Y precisamente un dormitorio completo de este establecimiento iba a ser el premio que lograría el ganador de un concurso organizado por el periódico ´Cartagena Nueva´ en 1927, concurso que centra la historia de hoy.

En una ciudad con varios periódicos diarios había que echarle imaginación con tal de incentivar la venta y superar a la competencia. «Vamos a regalar un dormitorio», tan llamativo titular apareció en la edición del 31 de julio de ese año para atraer la atención de los lectores de ´Cartagena Nueva´. El dormitorio en sí estaba formado por una cama de matrimonio con somier extra, un armario de dos lunas, una peinadora con luna ovalada y tablero de cristal y dos mesitas de noche con tablero de cristal.

Nada mejor que leer las bases del concurso para conocer su funcionamiento y así sabemos que cada número del periódico llevaría un cupón numerado por series del 1 al 10. Aquella persona que tuviera diez cupones correlativos podría canjear éstos por un vale para optar al concurso y aquí los suscriptores del diario tenían ventaja pues con el recibo de su mensualidad recibirían dos vales. En los vales se debía hacer constar el nombre y domicilio del concursante para poder localizarlo en caso de resultar ganador. Aquellos que residían fuera podían enviar sus cupones y por correo certificado se le remitirían los vales correspondientes.

El concurso consistía en acertar la cantidad de dinero, en piezas de calderilla y cupro-niquel y sin que ninguna fuera mayor de veinticinco céntimos, que contenía un frasco de cristal expuesto en el escaparate de Casa Ferrera. Para mayor seguridad jurídica sería un notario el encargado de hacer constar la introducción de las monedas en el frasco, acto para el que se invitaría a todas aquellas personas que quisieran participar en el mismo. La Real Sociedad Económica de Amigos del País cedió sus salones para dicho acto en el que el notario Napoleón Terrer dio fe y levantó acta del cierre del frasco con nudos e hilos que fueron lacrados con su sello.

A partir de ese momento la expectación fue creciendo y es de suponer que el periódico incrementó su venta pues muchos cartageneros querrían conseguir el ansiado dormitorio. Y por fin llegó el día esperado, el 23 de diciembre el mismo notario procedió a la apertura y recuento del dinero que contenía el frasco, que resultaron ser 70,77 pesetas. Posteriormente se revisaron los vales recibidos en busca del ganador que fue Pedro Esteban, jefe de contabilidad de la empresa consignataria ´Sánchez Paredes´, quien vaticinó de forma exacta la cantidad anunciada por el notario. Unos días después se le hizo entrega al señor Esteban del dormitorio de Casa Ferrera y el dinero del frasco fue entregado a la madre superiora del Hospital de Caridad de la ciudad.