El biólogo y catedrático de Ecología de la Universidad de Murcia, Ángel Pérez Ruzafa, alerta que «el Mar Menor está en una situación límite, al borde de la muerte». Este experto en la laguna salada lleva durante años investigando sobre estas aguas. Su voz, según él mismo, «pocas veces ha sido tenida en cuenta por las Administraciones». Desde el respaldo de su conocimiento científico critica que «todo lo que ha hecho la Demarcación de Costas en el Mar Menor ha sido un crimen para matarlo aún más». Pese a todo, Ruzafa sostiene que «la laguna ha demostrado constantemente que tiene fuertes mecanismos de defensa para regenerarse de las agresiones que sufre, aunque cada vez le cuesta más trabajo porque está siendo muy forzada».

El eterno problema y actual molestia que presentan las zonas de baño de sitios como Los Urrutias, explica el biólogo, donde las orillas están llenas de lodos, se debe, en buena medida, a la utilización de maquinaria pesada para mover tierra del mar con el fin de recuperar metros de arena de playa. «Los espigones nunca debieron ponerse porque han sido ineficaces a la hora de mantener la arena que se puso de forma artificial a mediados de los 80», dice. Lo que sí que está claro, defiende el ecólogo, es que estas infraestructuras han impedido el normal funcionamiento de las corrientes y el transporte natural de arena, dejando zonas muertas y favoreciendo la aparición de lodos, la putrefacción y los malos olores. Según el catedrático esto, junto a la aparición de peces muertos, son claros síntomas de que el Mar Menor está enfermo. Ante ello añade que las altas temperaturas están acrecentando más el problema.

Ruzafa, como hombre de ciencia que es, pide que se invierta más en investigación y en el desarrollo de estrategias de conservación sostenible.

En ese sentido, la Asociación de Ecologistas del Sureste (Anse), está trabajando para presentar un proyecto conjunto con la Confederación Hidrográfica del Segura, la Universidad y el ayuntamiento de Cartagena para poner filtros verdes en la desembocadura de la rambla de Miranda y en algunas depuradoras cuyas aguas llegan al Mar Menor. Esto sería para el año 2017 y estaría cofinanciado al 50% por la Unión Europea a través del programa Life, que se lleva a cabo en los países del viejo continente para preservar el medio ambiente. Aun así, desde Anse, se muestran muy preocupados porque el principal problema del Mar Menor reside en la rambla de El Albujón, situada en Los Alcázares. Los ecologistas manifiestan que «el ayuntamiento alcazareño no tiene intención de ponerle soluciones a la desembocadura y encima acaba de hacer una inversión importante en un tanque de tormentas que lo único que hace es empeorar más la situación». De todos modos, Anse matiza que el estado del Mar Menor fue incluso peor hace años cuando las aguas residuales llegaban sin ningún tipo de control.

Científicos y ecologistas coinciden en que la llegada incontrolada de nitratos a través de las ramblas son el principal problema. Esta afluencia masiva de nutrientes ocasiona la proliferación de algas. Su origen radica en la agricultura de regadío, «la Administración tiene que hacer más control y labor de sensibilización sobre los agricultores o que éstos, al igual que hacen las industrias contaminantes, hagan un esfuerzo para contrarrestar el impacto negativo que generan», exponen los ecologistas. Aunque también matizan que «las explotaciones agrarias, bien gestionadas y controladas, pueden convivir perfectamente con el Mar Menor». Sobre ello Ruzafa apunta que «al tratarse de entradas de agua que están focalizadas en la rambla de El Albujón, lo realmente necesario sería lograr que esos vertidos cargados de nutrientes no lleguen a la laguna, porque incluso serían negativos aunque viniesen completamente limpios, ya que la llegada constante de agua dulce al mar de manera continua resulta nociva».

Otra de las preocupaciones se encuentra en los dragados que se realizan de manera periódica en las golas.

«En Marchamalo los llevan a cabo de forma indiscriminada para impedir que las aguas se estanquen y sacar arena, pero lo que están provocando es un cambio drástico en el ecosistema marino del Mar Menor por la entrada descontrolada a la laguna de agua que proviene del Mediterráneo», concluye Ruzafa.

Medusas «Quitarlas no sirve de nada y son vitales para limpiar el agua»

En la imagen se puede apreciar una de las actuaciones realizadas en el Mar Menor el pasado verano de retirada de medusas con embarcaciones de pesca. Está medida es criticada por los expertos por considerar que es «inútil» y se hace como estrategia para demostrar al ciudadano que se trabaja por limpiar la laguna salada cuando, en realidad, los científicos aseguran que «aunque las medusas puedan molestar a la gente, gracias al trabajo que desempeñan, el Mar Menor se ha salvado de ser una laguna verde, porque son vitales para mantener el agua limpia».