Siempre ha sido una persona muy curiosa e inquieta. Desde siempre le ha gustado mucho la naturaleza, los animales, el deporte, viajar, conocer lugares nuevos, naturaleza viva, paisajes espectaculares. Ese es mi hermano, especialmente sensible, a pesar de la coraza exterior que intenta aparentar, y muy cabezota. ¡Eso también lo he heredado de él!

Cuando nos dijo que había descubierto su vocación como policía nacional, sentí miedo a la vez que orgullo: ¡mi hermano, policía nacional! Se me llenaba la boca de orgullo al decirlo; pero también miedo, mucho miedo: siempre temiendo una llamada de teléfono que nos dijera que le habían herido en el trabajo. Y finalmente esa llamada llegó. No estaba herido físicamente, pero sí en el corazón: estaba en la cárcel. ¿Mi hermano en la cárcel? Imposible, tenía que ser una broma. Pero desgraciadamente era cierto.

Mi hermano, y otros 5 compañeros, estaban detenidos supuestamente por la muerte de un hombre. Cuando ves la tele, películas y series, todo ello te parece que nunca podría pasar en la realidad, incluso cuando ves el telediario, siempre piensas que eso nunca te va a pasar a ti ni a los tuyos. Lo ves como un imposible. Pero de repente, esas mismas cosas nos estaban pasando a nosotros, a mi familia. Y la vida, esa que siempre piensas que a pesar de las dificultades habituales, está para disfrutarla y vivirla en compañía de los tuyos, se convierte en una pesadilla, en una película de terror, en un infierno.

En esa pesadilla, un hombre muere una noche, en la que pedía ayuda a la Policía porque se sentía amenazado. Estaba asustado y huye corriendo, perdiéndose de la vista de los agentes. Ellos se asustan y no rellenan el parte de trabajo como deberían, lo que desencadena una investigación por sus propios compañeros del Cuerpo Nacional de Policía, a sus espaldas, y que culmina con la detención de los seis compañeros, sin tan siquiera otorgarles el derecho de la duda. De todo eso hace ya más de siete meses, y parece que el mundo no hace más que ponerse en nuestra contra.

Siempre he sido una persona muy optimista, al menos he luchado por serlo, pero entonces miro hacia atrás y lo único que veo es una sombra negra que cada vez nos acorrala más y más, la mala suerte. ¿Será verdad? ¿Será posible que estemos viviendo esta pesadilla? ¿Será posible que tenga un final tan horrible? ¿Será posible que la vida que nos espera a mi familia y a las otras cinco familias sea así de cruel? Con todas las injusticias que hay en el mundo, con toda la gente cruel que hay, ¿nos va a tocar a nosotros vivir esta pesadilla? Me niego a pensarlo. Me niego a pensar que seamos uno de esos casos injustos en los que se destroza la vida de gente inocente y familias enteras, y que muchos años después sale la verdad, se descubre la inocencia, la injusticia cometida.

Pero entonces ya es tarde, ya te han robado muchos años de tu vida, ya han destrozado y separado familias enteras, hijos que crecen sin sus padres, padres que enferman de la pena y vidas arrancadas, robadas, muertas. España, por desgracia, sigue siendo un país con miedo y cobardía, de mentalidad más bien conservadora. Pero vamos despertando, vamos luchando por aquello en lo que creemos, por las injusticias, por la libertad, por los avances en la ciencia y en la investigación, y nosotros vamos a luchar con fuerza y esperanza, porque ellos lo merecen, porque se lo debemos, porque se juegan la vida en las calles por nosotros, porque creen en la justicia y en un mundo limpio, porque su familia, sus hijos, padres, hermanos y amigos, y en definitiva, la vida, les esperamos aquí, al otro lado de las rejas.

*Carta de la hermana de uno de los agentes de Policía Nacional detenido por el caso de Cala Cortina, en Cartagena