Los seis policías nacionales implicados presuntamente en la muerte de Diego P.T., cuyo cadáver se halló flotando en Cala Cortina (Cartagena) tras dos semanas desaparecido, han manifestado versiones contradictorias en lo que se refiere hacía qué dirección se fue la víctima cuando llegó a dicho lugar y "salió corriendo como un loco".

Aunque todos reconocen que lo llevaron a la "guarida" y no a Comisaría, según se desprende de las conversaciones captadas por los micrófonos ocultos en los seis coches patrulla o 'zeta' de los agentes instalados el pasado mes de junio, las versiones sobre en qué dirección huyó no son similares.

Igualmente, según ha podido saber Europa Press, las lesiones que presenta la víctima, faciales y craneales, "no son accidentales", sino todo lo contrario, puesto que hay rotura de las vértebras en la parte superior la columna. Además, cuando la víctima fue arrojada al mar ya era cadáver, por lo que existen indicios "racionales" de criminalidad.

Igualmente, según la versión de un testigo, un policía le dice a otro: "¿Lo llevamos a comisaría?", a lo que responde otro "no, lo llevamos a la guarida", en referencia a Cala Cortina. Según ha podido saber Europa Press, ningún superior en la Comisaría les dijo a los agentes que fueran a Cala Cortina esa noche y ellos también lo ocultaron.

Otro testigo protegido, policía portuario, y las cámaras de seguridad instaladas en la carretera sitúan en la madrugada a los seis agentes en Cala Cortina, ya que se captaron los números de los 'zetas' impresos en los techos de los vehículos.

Los motivos esgrimidos por los seis agentes detenidos y que se encuentran en prisión preventiva por delito de homicidio/asesinato y detención ilegal son varios, según se deduce de las manifestaciones ante la juez que instruye el caso, tales como "un servicio humanitario para alejarlo del peligro", "evitarle nuevas molestias", "apartarlo del peligro" y "a darle un escarmiento".

Otra de las conversaciones captadas fue a mediados de junio. Durante un servicio practicado, dos de los policías identifican a un individuo por consumir sustancias estupefacientes en la vía pública, y tras requerirle para su identificación y que entregara la mercancía que portaba, se escucha la negación del mismo y, acto seguido, un puñetazo, a lo que la víctima responde gritando 'ah'. Los policías le advierten que como no le entregue toda la droga le "seguirán dando".

Una vez que cogen toda la droga, uno de los policías se muestra preocupado al llegar al destino puesto que ésta se ha esparcido por el vehículo y dice: "Quería la droga para colocársela a algún 'yonki'".

LOS HECHOS

Según ha podido saber Europa Press, la última vez que se le vio a la víctima con vida fue el 11 de marzo, a las 4.39 horas, con motivo de la llamada que realizó al '091'. Sobre las seis de la madrugada de ese mismo día, los vecinos observaron que la vivienda de la víctima se encontraba con la puerta abierta, la luz encendida y en mitad de la calle había una manta tirada en el suelo, por lo que decidieron avisar a la familia.

Se deduce, por tanto, según las investigaciones, que la muerte se debió producir en un intervalo de tiempo muy escaso, entre las cinco y las seis de la madrugada.

Un testigo oyó a la víctima decir esa madrugada, "para qué me aporreáis la puerta" en referencia a los agentes que se habían personado en su domicilio, por lo que podría tener sentido que la puerta quedara abierta y la luz encendida, ya que Diego "abrió la puerta pensando que sería un instante".

Los policías que se personaron en su domicilio golpearon a la víctima en la cara y le instaron a que subiera al vehículo policial, quedando entonces su domicilio abierto, la luz encendida y la manta en el suelo.