Cuatro barcos de vela latina, en lugar del tradicional remolcador Boluda, trajeron ayer desde la dársena de Santa Lucía hasta la Cola de Ballena, en el puerto, a los navegantes procedentes de Carthago para combatir contra roma junto a su general, Aníbal Barca. Desembarcaron los Navegantes de Bomilcar, las Tropas de Adherbal, de Himilcón y de Tiro y también los Honderos Baleares. Mientras se desplegaban por el muelle, la explanada de Héroes de Cavite se convirtió en una calle de Qart Hadast, en la que un grupo de druidas preparaba una queimada que ofrecía a los ciudadanos y a un nutrido grupo de festeros que los rodeaban.

Junto a los druidas se llevó a cabo una venta de esclavos y bajo la muralla hubo una demostración de tiro con arco, así como una lucha entre gladiadores y rituales de sacerdotes. Toda una serie de actividades con las que el Consejo Carthaginés quiso enlazar el desembarco con el acto de al contratación de mercenarios, que se desarrolló en el escenario del puerto, justo antes de la marcha de Aníbal hacia Roma.

El fiero estratega carthaginés contrató mercenarios en su mayoría íberos y celtas y pidió refuerzos a Carthago. La contratación basada en el guión de José Ortas y Antonio Pérez, contó además con gladiadores y la interpretación del grupo cartagenero Ditirambo.

Tras la representación, Aníbal e Himilce, cada uno con su séquito y subidos en sendas plataformas, marcharon hacia el recinto en un desfile que atravesó las calles Mayor y Carmen, plaza de España y Alameda, en dirección al campamento. Alrededor de medio millar de personas participaron en este recorrido, en el que también estuvieron presentes, María Sánchez y Alberto Olivares, Himilce y Aníbal, en su versión infantil, prueba de que el espíritu carthaginés sobrevivirá, pese a su destino histórico. El calor del pueblo y la lealtad de sus tropas, junto con el amor de Himilce, acompañaron al león en su última noche antes de la batalla.