Perder cien butacas en una sala de un auditorio donde estaba previsto que hubiera 1.500 asientos puede parecer insignificante, pero si las pérdidas se traducen a euros, la cosa se antoja más grave, ya que en el caso de un concierto cuya entrada cueste 40 euros, se dejarían de ingresar 4.000 euros. Los principales perjudicados son los concesionarios de la UTE formada por Gestípolis y Sonora. Sus responsables, Pedro Pablo Hernández e Isabel Belmonte, respectivamente, admiten que a nadie le hace gracia dejar de ganar un dinero, aunque ambos prefieren esperar a ver cuántas butacas quedan finalmente y cómo puede afectarles antes de pronunciarse al respecto. Además, aún no han recibido la obra.