Los efectos del amianto en la salud de los cartageneros traen cola. A la demanda del ex trabajador de Bazán que reclama indemnizaciones a 22 empresas norteamericanas que vendían este material -a las que también ha demandado por vía judicial- se une ahora la reclamación de otros siete cartageneros que también exigen dinero de los fondos de compensación de estas compañías por los daños y perjuicios en su salud.

Uno de ellos, Diego Martínez, explicó ayer en rueda de prensa que de los siete compañeros -tres de ellos ya fallecidos- trabajaban en distintas empresas del valle de Escombreras, en Bazán y también en la Marina de Guerra.

"Dos o tres tenemos cáncer y el resto sufren enfermedades graves e infecciones derivadas de su exposición al amianto. De los siete hay tres que han fallecido, pero vamos a hacer la reclamación en nombre de sus herederos", dijo.

Martínez pertenece a la asociación regional de Afectados por el Amianto (Apena), que en Cartagena tiene unos 75 socios. Este cartagenero, que padece un cáncer de pulmón, trabajó en Bazán entre el 10 de octubre de 1953 y el 20 de marzo de 1999. "Es una enfermedad forjada durante 29 años. Es muy simpatica porque se declara, entre 20 y 30 años después, cuando ya no te acuerdas que has trabajado con el amianto", explicó.

Asimismo, criticó la falta de colaboración y la opacidad de las empresas. "En Bazán se han destruido todas las pruebas en las que ponía amianto y en Repsol también. Hacen daño por dinero y no tenían medidas de seguridad. Conseguir unos guantes de lona era imposible". En este sentido, la abogada que representa a la asociación, Andrea Peiró del bufete Oria, Peña, Pajares y Asociados, que es el mismo que trabaja para el ex trabajador de Bazán que puso la primera demanda en 2009, señaló: "En Repsol retiran las etiquetas en donde pone peligro en inglés por el amianto. Niegan que trabajaban con amianto cuando todos sabemos que en aquella época los trajes contraincendios eran de amianto porque no había otro material".

Asimismo, destacó que "en los terrenos de la fábrica de Explosivos en la carretera de La Unión hay amianto y cuando sopla el viento lo arrastra a la ciudad, el que lo aspira, dentro de veinte años tendrá un cáncer". Añadió que el problema también afecta a las mujeres que lavaban a mano la ropa de faena.