Un nuevo golpe de efecto desviando la atención hacia el caso de Lolo Galindo y apartando del ojo del huracán al vicealcalde, Agustín Guillén, imputado por un delito de prevaricación. La alcaldesa de Cartagena, Pilar Barreiro, destituyó en un abrir y cerrar de ojos a su asesora.

Mientras el portavoz del PP, Joaquín Segado, nervioso y, con pocas ganas de contestar preguntas, comparecía en los pasillos del Palacio Consistorial para dar explicaciones a los periodistas sobre el informe encargado para aclarar si es compatible o no que Galindo ocupase un cargo de confianza y tuviera otra actividad, Guillén y la edil Rosario Montero acudían a la llamada de su jefa, en una reunión a la que asistieron otros ediles del PP, como José Cabezos, y la propia Galindo, quien ya el jueves por la noche trató su caso con asesores y miembros del Gobierno.

Está claro que Barreiro nunca toma decisiones precipitadas, pero en este caso la realidad cantaba en el registro mercantil, al figurar Galindo como administradora de una empresa privada y era prioritario no dar más carnaza a la oposición.

Una semana día sí y día también con la polémica servida era insostenible y de nuevo había una cabeza de turco para silenciar las críticas con una destitución y escudarse en que, a partir de ahora las explicaciones el PP se las dará al juez. No fue una reunión al uso, ya que tanto Galindo como Barreiro están muy afectadas y entre ambas hay buena sintonía. De momento, son 45.000 euros en un sueldazo que se ahorran los cartageneros.