Los sillares de la Muralla Púnica que se recuperaron durante la construcción del centro de interpretación se protegerán con silicato de etilo, material que fijará la arenisca de la que están compuestos, para evitar que se sigan deteriorando, según explicó ayer el concejal de Cultura y Patrimonio, José Cabezos.

El sistema de acristalamiento está generando daños a la Muralla debido a las condiciones climáticas que provoca, por este motivo, se van a adoptar medidas para solventar los problemas que genera. Además del tratamiento con silicato de etilo, que ya se ha empleado con éxito en los sillares superiores, se va a instalar una cortina en la parte oriental del centro con el fin de evitar que el exceso de sol dañe los sillares inferiores del yacimiento.

Termómetros

También se instalarán termómetros para controlar cada hora la temperatura del centro de interpretación "con el fin de mejorar el diagnóstico sobre el yacimiento", precisó José Cabezos.

Las actuaciones no se centrarán únicamente en la Muralla Púnica, también se limpiará mensualmente la zona de roca del monte de San José, donde cada cierto tiempo aparecen sales, y se llevará a cabo un estudio técnico para canalizar las aguas torrenciales que caen desde la colina de San José y que se acumulan en la cripta del centro de interpretación. Una vez que estas aguas se canalicen, se consolidarán los nichos, que están muy deteriorados, y se restaurarán sus pinturas.

El concejal de Cultura añadió ayer que en líneas generales el mantenimiento de la Muralla Púnica es bueno, aunque reconoció que era necesario corregir algunas cuestiones puntuales con las medidas que anteriormente se han citado.

El responsable de este centro de interpretación es el consorcio Cartagena Puerto de Culturas, que se ocupó de su construcción y que se encarga de su mantenimiento.

La Muralla Púnica se compone de dos muros paralelos construidos con grandes bloques de arenisca que, en algunos lugares, llegan a alcanzar una altura de más de tres metros. Este yacimiento puede fecharse en los años finales del siglo III antes de Cristo, coincidiendo con la fundación de la ciudad por el general carthaginés Asdrúbal, en el año 227 a.C.

Por otra parte, la cripta que hay bajo este yacimiento es el único resto conservado de la Ermita de San José, que data de los siglos XVI-XIX, y es el elemento que más deterioro ha sufrido en los últimos meses.